Page acierta y Núñez también
Frente al populismo, inteligencia y sentido común. Y frente al estancamiento viejuno, un paso adelante. Audacia y horizontes. España no puede vivir un siglo metida en la guerra del agua, peleando, disparando, batallándose en cerrazón sin salir de las trincheras ni mirar el posible entendimiento. España no puede atravesar su historia sin dialogar consigo misma, partida por terruños y taifas, y alimentando el eterno monólogo de sordos que ha sido durante los últimos cuarenta años el trasvase Tajo-Segura, uno de los grandes debates nacionales más manoseado política y territorialmente de nuestra democracia. Vale ya de guerrear y pongamos fin a la rutina perezosa de esquilmar el Tajo sin pensar un poco más allá, sin valorar el paso del tiempo y los avances de la vida y sin buscar las alternativas que han aparecido en todos estos años frente a una infraestructura que no ha hecho más que abrir enfrentamientos entre españoles y sufrir la utilización de los populistas de turno, de todos los colores. Es obvio que el Levante necesita agua y soluciones, pero es preciso encontrarlas sin que eso suponga la infinita degradación del mayor río de España y el permanente agravio contra los españoles de otras comunidades, Castilla-La Mancha muy particularmente: lo contrario ha sido, es y será un fracaso de la política.
Por eso me ha parecido un acierto la actitud del presidente castellano-manchego, Emiliano García-Page, de responder sin acritud y con sosiego al “frente común” en defensa del trasvase que equivocadamente promueven los presidentes de Andalucía y Murcia, Juanma Moreno Bonilla y Fernando López Miras, ante un posible cambio de las reglas del juego. El frente es frentismo, como su nombre indica, y lo que toca ya es cambiar de enfoque y ver el problema con perspectiva y con futuro, que es lo mismo que decir con ánimo conciliador y de consenso. Hay vida para todos más allá del trasvase. Esa es la apuesta de Page por el entendimiento y esa es la mejor posición posible: en su trasiego por Castilla-La Mancha el Tajo es una “porquería” y lleva media vida sobreexplotado y convertido en un choque y un conflicto, pero el presidente Page, en lugar de salir demagógicamente airado y en clave de impostación política, ha tendido la mano a las comunidades levantinas hablando de consenso, acuerdo y negociación. Hablemos, señores, hemos llegado a un momento clave. La comunidad castellano-manchega, siempre sacrificada y generosa, ofrece diálogo y serenidad, y esa es una lección que Moreno Bonilla y López Miras, y también por supuesto el valenciano Ximo Puig, deben apreciar en toda su grandeza. Page ha hecho bien en abrir la puerta con sosiego y plantarse ante el “frente” levantino con una mano tendida que es sincera. La calma es casi siempre la mejor opción cuando la alternativa es mantener la pelea infinita.
Todo el mundo en Castilla-La Mancha es consciente del problema del Tajo y también de las necesidades del Levante, pero a la vez todo el mundo en Castilla-La Mancha apuesta con un alto grado de unanimidad política y social por encontrar las alternativas necesarias. Page no está solo, tiene detrás a toda la comunidad y esa es su mayor fuerza y la solidez que anima sus argumentos. Es una buena noticia que el presidente castellano-manchego, en lugar de prender el fuego y exprimir los réditos del incendio, quiera poner paz en la guerra del agua bajo el punto de partida de la defensa de su región, y lo haga sin acritud ni guerracivilismos. También es un gran acierto que el líder regional del PP y jefe de la oposición, Paco Núñez, apoye la posición oficial de Castilla-La Mancha y parezca tener las ideas claras para resolver este conflicto de una vez por todas, pese a que el PSOE nunca vaya a reconocérselo. Toda Castilla-La Mancha va subida en el mismo barco. Nave de concordia, aguas de paz, amén.