Diccionario del vino. Mauricio Wiesenthal
Lo de leer diccionarios no es mala práctica. Uno, cuando no sabe que leer, echa mano de uno de ellos y pasea sin orden ni plan. Hago de lector mirón que se entretiene viendo escaparates o a las señoritas que pasan por la acera. No hay que pretender en este tipo de lecturas aprender nada ni conseguir nada nuevo porque si uno busca casi siempre obtiene una decepción. Dejarse llevar, mirar y ejercer de “flâneur”, no aspirar a más.
Un diccionario que nunca decepciona es el etimológico de Joan Corominas, una fuente de saberes inútiles y de placeres ocultos entre las palabras. De diccionarios históricos no hablo porque acaban creando adicción. En fin, prueben, comparen…
De Mauricio Wiesenthal (Barcelona, 1943) he traído a este bloc de lecturas alguna que otra obra. Recuerdo ahora ese maravilloso libro dedicado a León Tolstoi, “El viejo León. Tolstoi, un retrato literario” o el “Libro de réquiems”, en los que despliega unos saberes sobre los libros y sobre la vida que llegan a cualquier lector. La mezcla de memoria y lecturas, sin nunca caer en la pedantería, es una marca y un estilo que distingue a Wiesenthal. Los últimos libros suyos son una biografía de Rainer María Rilke y “La Hispanobundia”, en los que despliega todos sus saberes y su capacidad para aportar siempre un punto de vista nuevo a casi todo.
Pero antes que escritor que se atreve con todos los géneros, Wiesenthal es enólogo de reconocido prestigio en el ámbito nacional e internacional. En esa labor ha dado conferencias, impartido cursos, asesorado bodegas… y escrito este personal “Diccionario del vino”, cuya primera edición, si no estoy errado salió en el año 2001 y que ha ido teniendo diversas ediciones hasta esta que yo manejo ahora que es de 2012 y que he encontrado a muy buen precio enredando en librerías de internet.
El diccionario combina entradas muy técnicas, en las que se describen con todo el rigor de la ciencia enológica, la química orgánica, la botánica y la biología, los procesos de elaboración del vino y de cuidado de la vid, con otros en los que se despliega todo ese mundo cultural que siempre hay tras una copa de buen vino. El profesional, viticultor o enólogo, no podrá poner ninguna pega y encontrará resueltas muchas dudas como en cualquier manual de esas materias y el simple aficionado añadirá saberes al placer de beber un buen vino.
Como regalo para la discusión y los aportes que a buen seguro los lectores de nuestra tierra harán, ahí dejo una definición de este diccionario:
“Pitarra: 1.- Especie de sidra que se obtiene fermentando una mezcla de manzana y agua.
2.- Vinos artesanales que se producen en Cáceres y Trujillo, simples curiosidades locales. En el idioma castellano de los tiempos clásicos, los vinos de “pitarrilla” se consideraban una bebida de baja calidad, pero la historia es clemente y convierte las cosas desaparecidas, o amenazadas de muerte, en leyenda. Se dice que Pizarro acompañaba las migas con vino de pitarra. Estos vinos se elaboran de forma primaria y casi espontánea, guardando el mosto en una vasija de barro (pitarra) que se cierra herméticamente y que se abre al cabo de unas cuantas semanas.”
Se admiten aportaciones.
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