No conocía las novelas de Elizabeth Strout hasta hace unos meses cuando leí 'Luz de febrero' y me encontré con ese personaje fascinante que es Olive Kitteridge, que es el título de la novela que en 2009 le valió a su autora ser premiada con el premio Pulitzer.
Cualquiera que haga caso a mi recomendación de que merece la pena leer a Strout debería comenzar por 'Olive Kitteridge' y luego seguro que no dejará de leer 'Luz de febrero'. Aunque la verdad es que estoy seguro de que de hacer lo contrario les ocurrirá lo mismo que a mí. Otro tanto les ocurrirá si tienen la ocasión de ver la miniserie en cuatro capítulos que HBO. Eso sí, sea antes la lectura o después de haber visto la serie de televisión, será muy difícil que en su imaginación la actriz Frances McDormand no ocupe para siempre el cuerpo y la cara del personaje.
Seguro que veremos a Olive-McDormand de nuevo con los episodios de 'Luz de febrero'. Y ya simplemente si han leído esto y después se ponen a la lectura, será también muy difícil que ustedes mismos no le pongan en la lectura el cuerpo de la actriz. No pasa nada. Si reaccionan como yo podrán leer una y otra vez las andanzas y las salidas de Olive sin que no les parezca volver a la primera vez.
Como los grandes constructores de personajes, Strout ha levantado uno de esos caracteres que siempre descubren una faceta nueva de su personalidad. Lo más alejado de un estereotipo es esta profesora de Matemáticas jubilada que vive en Maine, que siempre dice todo lo que se le viene a la boca sin censura pero a la que uno descubre en cada nueva lectura una complejidad y una riqueza interior que va mucho más allá de ese aparentemente no ocultar nada.
Lo que dice a los demás parece siempre tan rotundo, tan sin piedad para el prójimo, que se hace difícil pensar en algo que quede reprimido en su pensamiento. Y, sin embargo, como en los grandes personajes de la literatura, sean de Chéjov o de Mammet, lo que nunca se dice, el subtexto implícito, es tan importante y rico como la aparente claridad con la que el personaje se desenvuelve ante nosotros.
Elizabeth Strout es una maestra en el manejo de esas claves internas, de las contradicciones cotidianas, del chorro de vida que bajo la aparente inanidad corre en ese pueblo costero y de esconder en la aparente sencillez de la conducta de sus habitantes una verdad llena de autenticidad y vida.
Inolvidable, 'Olive Kitteridge'. Profunda, emocionante, irónica, vital, demoledora, implacable, Elizabet Strout. Si no le gusta a alguien, le recompro la novela.
Elizabeth Strout. Olive Kitteridge. Traducción de Rosa Pérez Pérez. Duomo Editorial, 2020. 324 páginas. 15 €.