Miguel Ángel Villena obtuvo el XXXIII Premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias en 2021 con esta biografía de Luis García-Berlanga (Valencia, 1921-Pozuelo de Alarcón, 2010) un hombre de cine autor de diecisiete largometrajes, algunos de los cuales son, sin ningún lugar a dudas, verdaderas obras maestras y testimonios insustituibles de la España de la segunda mitad del siglo XX. De la importancia de su obra y de la repercusión que tuvo en la sociedad española es buena muestra la admisión del adjetivo 'berlanguiano' en el Diccionario de la RAE. Un vocablo que siempre estará asociado a su obra y estilo como el de 'esperpento' al de Valle-Inclán. Pocos creadores pueden presumir de algo así.
El propio autor de este recorrido por la vida y la obra de Luis García-Berlanga nos da alguna de sus principales características:
“De esta manera, el cine de Berlanga no podría entenderse sin ese toque fallero, como suelen escribir sus críticos, un toque que remite a la horterada, la procacidad y la ordinariez más absolutas. Pero, no obstante, al mismo tiempo, ese inconfundible estilo Berlanga apela a una filosofía del vitalismo, del carpe diem, de exprimir el presente como si fuera el último día de nuestras vidas. De hecho, el humor negro que el cineasta desplegó de modo magistral en muchas de sus películas y que llegó a la excelencia en El Verdugo no represente otra cosa que el deseo de distraer a la muerte con la risa. O al menos con la sonrisa.”
Y desde luego, las películas de Berlanga nunca podrían haber sido lo mismo sin la colaboración del guionista Rafael Azcona en las diez películas que dirigió desde 1961, con Plácido en primer lugar hasta Moros y Cristianos en 1987. Él siempre lo dejó claro:
“Rafael Azcona fue evidentemente el hombre más importante de mi vida… …con Rafael sentí eso que se llama amistad. Yo no soy hombre de amigos y a lo largo de mi vida no he tenido muchos (…). Pero la amistad más pasional, y lo digo también en el sentido peyorativo de la palabra, la más inestable, la más fuerte, la que puede rozar cosas que son distintas al mero hecho de trabajar o colaborar fue la que tuve con Rafael.”
Berlanga fue un director independiente, insobornable y que toda la vida se encontró con la incomprensión o el desprecio de los que miraron su obra con las anteojeras de la ideología, algo que quedó patente cuando se atrevió a dar su visión de la Guerra Civil con La Vaquilla, un guion que se vio obligado a guardar en el cajón de los proyectos durante treinta años hasta que al fin pudo rodarlo:
“Me ocurrió eso que me ha pasado a menudo toda mi vida: que a los comunistas y a los socialistas la película les pareció más bien fascistoide y, en cambio, a la gente de derechas le pareció una película de unos rojos indecentes enseñando una cara de la guerra que no les gusta recordar.”
Hay que estar de acuerdo con Miguel Ángel Villena cuando escribe:
“Desde su insobornable independencia, desde su disidencia frente al poder, desde su talento y su lucidez, Berlanga fue uno de los testigos de su época y lo que vio lo contó en imágenes tan actuales como las de Plácido, El verdugo, La escopeta nacional o Todos a la cárcel.
Eso si, queda claro también que Berlanga trabajó toda su vida por y para el cine y no fue, ni mucho el vago que presumía ser. Su obra podría ser mucho más extensa de esas diecisiete películas en cuatro décadas de profesión.
“De hecho, según historiadores del cine, como Casimiro Torreiro, el cineasta valenciano llegó a escribir, solo o en colaboración con Azcona u otros colegas alrededor de sesenta guiones que nunca se llevaron a la pantalla.”
Una biografía para recordar y descubrir al cineasta y al hombre. Lo único que se echa en falta para redondearla son las fichas de todas sus películas en este libro y que hubieran redondeado un trabajo al que hay pocos peros que poner. ¡Viva Berlanga!
Miguel Ángel Villena. Berlanga. Vida y cine de un creador irreverente. Tusquets editores, 2021. 334 páginas. 22€.