Bergman, además de un hombre de cine y de teatro fue un gran escritor. Toda su obra cinematográfica, está basado en su capacidad para crear un universo propio a partir de su propia escritura. La inmensa mayoría de sus películas están construidas a partir de historias y guiones propios. Era un notable escritor no solo de cine y teatro. Ahí están sus diversas memorias y un puñado de novelas que indefectiblemente debían acabar en el cine. Ese es el caso de Conversaciones íntimas, un relato, inspirado en un episodio de la vida de sus padres, que se convertiría en un guión y una película rodada en 1996 por Liv Ullman, la que fuera su musa, su mujer y la madre de una de sus hijas. Nadie mejor que ella para transmitir el espíritu de Bergman.
Conversaciones íntimas o Encuentros privados, que es como se titulará la película es una de esas historias tan queridas y cercanas al mundo real de Bergman en el que la infidelidad y el mundo complejo de las relaciones amorosas es fuente de goce y sufrimiento para los protagonistas: una mujer casada con un clérigo, se enamora de un joven estudiante de Teología. Todo su mundo se derrumba. Acude a su viejo tío, otro pastor, amigo de la familia y le pide consejo. A partir de ahí se producirán estas sucesivas confesiones, conversaciones o encuentros con los que la protagonista intenta explicar sus sentimientos y su mundo. Como casi siempre en Bergman todo estará rodeado de misterio y sufrimiento. Casi nada tiene una explicación racional y el comportamiento humano, cuando entran en juego los sentimientos es impredecible. En fin ese mundo tan de Bergman con más preguntas que respuestas.
Como ocurre tantas veces cuando se compara la obra literaria original con el resultado cinematográfico uno se encuentra con dos obras muy distintas y de muy difícil comparación. No sabe uno con cuál quedarse, cuál tiene más verdad y cuál más emoción y valores estéticos. Y eso ocurre, normalmente cuando tras la escritura y luego tras la cámara hay dos artistas que conocen su oficio.
Sin ninguna duda, y aunque parezca una ocurrencia, en este caso es más bergmaniana la película de Liv Ullman que la novela de Ingmar Bergman. En la narración todo está contado de una manera clásica. Aunque el misterio está presente hay muchas menos concesiones a la imaginación del lector. En la película, los interrogantes, las líneas de sombra, las dudas del espectador ante el comportamiento de los personajes se acentúan. Es el Bergman de siempre, el de la sugerencia, las imágenes y el desconcierto de personajes y espectadores. Como si el relato original, tan lineal y claro en el papel, lo envolviera Ullman en su paso al cine, de ese lenguaje tan de Bergman que lo hace todo distinto y misterioso, como si el genio siguiera fagocitando a la musa y a la amante para volver a poner las cosas en su sitio.
Ingmar Bergman. Conversaciones íntimas. Traducción de Marina Torres. Tusquets editores. 160 páginas. 11€.