Convención de Cs no adscritos. Emiliano con Rivera de toda la vida
En política, como en el toreo, el arte se demuestra delante de la cara del toro. No valen las licenciaturas en tauromaquia ni los másteres en politología. Adolfo Suárez se definía a sí mismo como un “chusquero de la política”, que es otra forma de nombrar la práctica de lo que don Antonio Cánovas del Castillo definía como “el arte de aplicar en cada época aquella parte del ideal que las circunstancias hacen posible”. Unos, siempre positivos, prefieren hablar de pragmatismo y posibilismo. Los “negatifos” de “Fan Gal”, lo llaman oportunismo. Llámenlo como quieran, pero miren siempre a la sustancia, porque detrás de un Cánovas o un Suárez nunca faltó la referencia a un ideal que nunca giró como una veleta.
Albert Rivera se presentó en la escena política española como el hombre llamado a ocupar ese lugar central desde el que, de Suárez a Rajoy, se ganan las elecciones en la España que ha conocido el mayor periodo en democracia de su Historia. En ese empeño, sobre el ruedo, como esos toreros que hablan fuera de la plaza y se quedan mudos delante del toro se ha dejado buena parte de su crédito inicial. La mejor prueba es esa “convención de concejales no adscritos”, que algún día pertenecieron a Ciudadanos, que se reunirán en Valladolid en este mes de mayo. Entre los ciento treinta y nueve, dieciséis son de Castilla La Mancha, porque ya se sabe lo que ocurrió en la Diputación de Guadalajara, con una diputada Cs en el gobierno de la corporación, o los dos concejales de Talavera que optaron por entrar a formar parte del gobierno municipal. Son los dos casos más llamativos aunque la inmensa mayoría de los otros “rebotados” o “tránsfugas”, como no se cansan de repetir desde la dirección, están cortados por el mismo patrón: concejales que apoyan al PP como fuerza que ganó las elecciones, y que consideran lógico entrar en los equipos de gobierno. Algo que el propio Albert Rivera rechaza de plano siempre que el territorio no sea Andalucía. La mejor muestra de la aplicación de la regla de apoyar a la fuerza más votada se rompió en la Diputación de Toledo donde aplicó un cordón sanitario con dedicatoria expresa a Arturo García-Tizón.
Y es que, de la misma manera que Podemos tiene muy claro que su adversario es el PP y su enemigo el PSOE, Albert Rivera no duda de que su mejor aliado para ocupar el lugar que ocupa el PP, necesita imperiosamente la colaboración de los socialistas. Una práctica que por mucho que se esfuerce choca contra el pensamiento del electorado natural que pretende conquistar. Presentarse primero como socialdemócratas, luego como liberales o como los herederos de Adolfo Suárez, a la vez que se aplica la “ley de memoria” a Rodolfo Martín Villa, o se clama contra la corrupción y se mira para otro lado cuando se trata de los ERE andaluces, tiene su costo.
Lo de Valladolid, inédito en la historia reciente de los partidos en España, es más que significativo. También que a la semana de la tercera bofetada de Podemos al presidente García-Page, apareciera en visita de cumplido en el Palacio de Fuensalida: con dos diputados de Cs, en lugar de Podemos, no estarías así Emiliano. Para algo estamos los amiguetes.