La amargura del exalcalde José Manuel Molina
Anda José Manuel Molina, el que fuera alcalde de Toledo, pretendiendo que los mismos medios nacionales que dedicaron portadas, editoriales, páginas y titulares como carteles de toros en la época de El Cordobés a su imputación por el juez Ruz en el caso Sufi, le dediquen al menos unas líneas interiores al sobreseimiento de la causa. Este domingo, resultaba patético el tratamiento que a la reivindicación de su buen nombre le otorgaba el ABC relegando su reivindicación a la sección de “Cartas al director” en la que ni siquiera reproducía su carta al completo. Al menos, la prensa regional seria abrió sus ediciones con la noticia. El Mundo que fue el principal impulsor de la causa, despachó el asunto con una nota perdida en su interior. Que uno sepa no ha habido ni el más mínimo intento de compensar aquella serie prolongada durante meses.
“Durante tres años se ha hecho daño a mi imagen profesional”, dice José Manuel Molina en su carta mutilada; y sigue más que moderado con unas reflexiones que no esconden la amargura de saber que ese daño es irreparable: “Si sólo se publican las imputaciones y no las declaraciones de inocencia, también se transmite a la opinión pública una imagen que no es la correcta…”; y luego, apunta a una debilidad patente en el sistema de justicia y en los medios; un fallo y un error, del que sólo sacan provecho los que no creen en un verdadero sistema de libertades basado en el principio de que los derechos tienen su contrapunto en los deberes que obligan a los mismos individuos que los disfrutan: “Esta noticia no ha sido tratada por su medio informativo con la importancia y publicidad que sin embargo se dio en mis imputaciones”.
Es el signo de los tiempos. La presunción de culpabilidad se ha impuesto como un principio imposible de desarraigar y al que contribuyen de una manera entusiasta -y quiere uno pensar inconsciente- la mayoría de medios de comunicación cuya preocupación son las audiencias. Un sobreseimiento de una causa no sube la audiencia por mucha justicia que venga a imponer, tras el camino amargo de unos cuantos años por los juzgados. La sube una imputación, aunque se sostenga, como era el caso de Sufi y el contrato de la recogida de basuras en Toledo, con una acusación que el propio Emiliano García-Page desmontó desde el momento en que tras sustituir en la Alcaldía de Toledo a su “corrupto” e imputado antecesor, no encontró ni el más mínimo indicio para denunciar el contrato y su mordida. Muy al contrario, el contrato siguió vigente durante los cuatro años en que ejerció mandato.
Pero mientras tanto, y desde el 2014, a José Manuel Molina, que uno tantas veces ha puesto a la cabeza de la saga de los Molina, que tantos jornales nos han dado a los de la Cofradía de la Santa Columna, le hemos traído entre todos, justicia, medios y “tricoteuses” por la calle de la amargura. La misma amargura que arrastra en estos días, sin ningún éxito, por esos periódicos que hace tres años le “regalaron” titulares, con cartas al director que casi nadie publica. Tragar sapos en diferido se llama eso.