Buenos Humos BUENOS HUMOS

La minifalda del concejal Arturo Castillo

27 junio, 2017 00:00

Hay palabras que las carga el diablo y cada día son más. Desde la corrección política o desde la ideología de género el catálogo no deja de crecer. Si eres político, periodista o simplemente alguien a quién le gusta hablar delante de cualquiera sin importarte quién es el que te escucha, tienes muchas posibilidades de acabar pidiendo perdón “a quien se pudiera sentir ofendido”.

La lista de los colectivos ofendidos crece de manera directamente proporcional al nivel de naturalidad con que la supuesta izquierda y el supuesto izquierdismo adopta el cretinismo y la hipocresía como programa. La última palabra bomba es minifalda y el último damnificado obligado a pedir perdón a los hipócritamente ofendidos ha sido Arturo Castillo, concejal del PP en el Ayuntamiento de Talavera de la Reina, ciudad en la que, como todo el mundo sabe, el principal problema es el largo de las minifaldas y las comparaciones que las contienen.

Y es que el concejal Castillo, en plena noche de San Juan, tuvo la mala idea de asociar los buenos discursos políticos a la brevedad, metiendo por medio la palabra que a partir de ahora sólo podremos pronunciar con el nihil obstat mediante del secretario provincial de Comisiones Obreras de Toledo, el secretario general del PSOE en Lominchar y el presidente del grupo LGTBI del PSOE en CLM.

Claro, que por más vueltas que le doy, y por más veces que veo y escucho el vídeo de marras, que se ha convertido en la pieza maestra de la acusación de los nuevos inquisidores de la postverdad en versión 2.0, más claro tengo que el único pecado que ha cometido Arturo Castillo es el de ser concejal del PP. Ahí van las escandalosas palabras del achurruscado concejal: “Las intervenciones de los políticos deben ser breves, muy breves, cuanto más cortas mejor, como las minifaldas”.

Caiga en la cuenta el lector que cuando el concejal Castillo habla de la cortedad de las minifaldas no asocia esa prenda, nacida por otra parte como emblema feminista y de libertad de la mujer, a ningún género, porque, desde David Delfín, minifaldas llevan las mujeres, los escoceses, los alumnos de los colegios que reivindicaban la prenda de sus compañeras ante el calor reinante y el ochenta por ciento de los que desfilan en las fiestas del orgullo gay, y a los que adscribirlos a un género determinado supone una afrenta para el que se atreve a adscribirlos.

Así que, desde un punto de vista meramente filológico y no hipócrita recreativo sobraba lo de “machista”, porque el concejal Castillo no puso la prenda de marras sobre el talle de ninguna mujer, varón o LGTBI( esto último, no sea que alguien se ofenda); lo de tardofranquista, porque precisamente la minifalda no fue una prenda alabada por “el régimen”; y sobraba también la catarata de insultos adheridos, porque a ninguno de los que se han escandalizado como novicias se les ha ocurrido soltárselos a Joaquín Sabina con sus “Diecinueve días y quinientas noches”. ¿O sí? “Siempre tuvo la frente muy alta / la lengua muy larga / la falda muy corta”. Pues eso, Castillo, que te desapuntes del PP y todo solucionado.