García Molina se pone la fecha de caducidad
Pablo Tello, aquel peculiar alcalde socialista de Talavera de los años ochenta del siglo pasado, se lo recordó a un consejero de Bono en un encontronazo entre compañeros: “Cualquier alcalde de pueblo tiene más poder que tú porque depende solo de él mismo. Yo estoy puesto aquí por los votos de mis conciudadanos, tú por el mismo dedo del presidente que cualquier día te quitará del medio sin tener que dar cuentas a nadie”.
Cuando el joven Alberto Morlanes adelantó que José García Molina, secretario general de Podemos en Castilla-La Mancha y jefe del correspondiente Grupo Parlamentario en las Cortes regionales, renunciaría a su acta de diputado regional para integrarse como vicepresidente en el Gobierno de Emiliano García-Page de acuerdo al pacto suscrito por las dos formaciones, tanto el director de este papel digital, Eusebio Cedena, como el que suscribe, le llevamos la contraria y achacamos la noticia y su valoración a esa enfermedad que sólo se cura con el tiempo y que es la juventud del periodista. El joven y brillante Alberto tenía razón y los dos perros viejos en su coloquio matinal del café-bar Nueva España, casa fundada en Talavera en 1939, no. Ayer mismo, García Molina dejó su escaño en favor de la siguiente en la lista por Toledo, persona de su absoluta confianza y secretaria regional de organización de Podemos, María Díaz.
¿Y qué decían Cipión y Berganza royendo el hueso que les arrojaba el joven Morlanes? Pues volvían a esos argumentos de autoridad que tan bien sabe cualquier político sin necesidad de ser Pablo Tello: sin el acta de diputado, sobre el que solo mandan en uno sus electores cada cuatro años, por muy vicepresidente que seas la única legitimidad que te sostiene es el dedo que te ha señalado y que con la misma discrecionalidad te cesará el día que le venga bien. Pasas de depender de tí mismo a depender del dedo que te nombró.
Claro, que como en toda asociación libre entre individuos no sólo el amor es el factor que ata, pega, limpia y da esplendor a la relación. En una asociación de afectos mutuos es casi imposible que no se cuele aquello que don Adam Smith definía como el interés particular que mueve el mundo y que mi madre reducía al castellano con ese “por el interés te quiero Inés”, que tiene su versión reversible, vicevérsica y políticamente correcta colocando a Andrés en el remate del refrán. García-Page necesita a García Molina y García Molina necesitaba a García-Page, porque lo dijo Pablo Manuel Iglesias.
La cuestión, querido Berganza es ahora, ¿hasta cuándo?; y la respuesta no puede ser más de cajón: si el problema de García-Page era aprobar los presupuestos del presente año, aprobados estos a lo más tardar en septiembre, García Molina se colocará, él solito y en todo lo alto de la tapa de arriba, su fecha de caducidad el día en que queden aprobados los del 2018. ¿El año que viene estaremos en agosto y en las mismas?