Daremos un año a Page...
Si había alguna duda sobre la fecha de caducidad del pagepodemos, José García Molina las ha despejado todas. El año que viene por estas fechas se escenificará la ruptura del experimento y en septiembre comenzará el curso político con el festival de los reproches entre las dos formaciones hasta llegar a las autonómicas y municipales de mayo cada uno por su lado. Es la crónica de la muerte anunciada de un pacto en el que nadie cree. Una sociedad de socorros mutuos en la que los asociados se miran de reojo y vigilan cada movimiento. Molina tiene en su mano la baza de los tiempos; Page la última palabra en el diario oficial. La misma sorpresa que supuso la firma del pagepodemos se utilizará por uno o por otro para la escenificación de la ruptura. Un año por delante para cargar el argumentario en los respectivos cuarteles generales convertidos, pese a quien pese, en los laboratorios donde se incuba el monstruo del doctor Sanchestein. Si no rompe Molina III, romperá Page para llegar a mayo sin hipotecas. La clave para el ingreso del uno y el otro en la Cofradía del Santo Reproche es la fecha de aprobación de los presupuestos del 2018, a lo que se tendrán que poner nada más aprobar los de este año.
Daremos un año a Page… Eso ha dicho Molina III cuando se ha dado cuenta de que con el pacto del pagepodemos se ha puesto en sus manos. Hasta ahora José García Molina era algo porque lo dijeron los ciudadanos de CLM que le votaron. Desde que aceptó ser el vicepresidente de Emiliano García Page sólo es eso, un vicepresidente de Emiliano y que dejará de ser nada en la política regional, políticamente hablando, el día que Emiliano decida. Otra cosa es que su entrañable amigo Pablo Manuel le promocione por la fidelidad demostrada y le promocione a más altas instancias.
Daremos un año a Page y nos iremos del Gobierno si no ha cumplido… y luego estaremos en agosto de nuevo y a medio año de las elecciones autonómicas y municipales, le ha faltado añadir en la entrevista que Esther Esteban, editora de este digital le ha hecho para El Economista. Y es que, como en el ajedrez, los dos jugadores saben que cada movimiento de una pieza del adversario lleva al menos otra jugada oculta. Cada uno canta su juego, pero a la vez se guarda lo que de verdad desea hacer. En el tablero del pagepodemos se trata de llegar a las elecciones dentro de dos años con el aliado acorralado por sus contradicciones.
Mientras que llega la inevitable ruptura, los Consejos de Gobierno en Fuensalida nunca volverán a ser lo mismo. No me imagino a Page en ellos desvelando materias sensibles delante de dos consejeros que lo primero que harían sería correr hacía Madrid, para como Luis Miguel Dominguín, contarlo con pelos y señales. El tiempo le dará o le quitará la razón a uno.