Lo que nos faltaba: El “Sálvame” con políticos de protagonistas
Lo que nos faltaba en España para redondear el nivel bajo mínimos que viven los medios es que la prensa del corazón entre a saco en la vida política. Es verdad que algunos de los programas que ahora emiten las dos famosas televisiones del progresismo hace mucho tiempo que han traspasado esa línea con el agravante de presentar el producto como el formato objetivo y definitivo de lo que debe ser el modelo audiovisual del invento de la democracia participativa. Dos parejas híbridas entre el mundo de la política y el espectáculo tienen la culpa, y me temo que el ejemplo cundirá en los dos gremios.
En los viejos tiempos, los toreros saltaban desde las páginas del Dígame o La lidia a las portadas del Hola o el Semana cuando se casaban con la folclórica de turno. Doña Concha Piquer también fue en eso la primera cuando se casó con un torero de los del montón y le dio un empujón en su carrera, y su hija Conchita siguió la tradición, pero al revés, cuando Curro le puso el duende y el aroma a Romero a la poquita voz de su hija Conchita; Luis Miguel internacionalizó la tendencia y además de en las crónicas de Hemingway saltó a las páginas de Oggi o Times al lado de Lucía Bosé, un invento que a la vista de lo que han dado luego de sí los hijos en el plano artístico estaba más que justificado, por mucho que bramaran los taurinos contra la Bosé y luego ella misma durante décadas contra “el torero”. El último gran matrimonio con esa fórmula fue el de Francisco Rivera Paquirri e Isabel Pantoja, aunque a la vista del resultado del producto Paquirrín, queda patente que la fórmula está definitivamente en decadencia.
Luego llegaron los de futbolistas que se emparejaban con cantantes o actrices cuando los niños españoles dejaron de querer ser toreros y cambiaron la seda y el percal por la pelota de marca Adidas y las espinilleras Nike y ahí está la saga Sánchez-Flores para demostrarlo.
Ahora han llegado los regeneradores de la cosa, emparejados como machos alfalfa a la mollar de turno, y la joven aunque sobradamente preparada (JASP) que se ha llevado al huerto al cantante pop de éxito, para demostrar el poderío femenino y llenar portadas.
La cosa, uno cree, no dará de sí nada más que lo que los protagonistas quieran que dé de sí. Estos rollos, por mucho que los “periodistas” del ramo del cuore se empeñen en estirarlos, sólo duran en los medios cuando una de las dos partes, o las dos a la vez, pretenden sacar tajada, y en los dos casos que nos ocupan uno sólo sospecha de uno o dos de los cuatro componentes de las dos colleras del Hola postmoderno y regenerado: el macho alfalfa, puesto a buscar votos es capaz de cualquier cosa y la actriz y presentadora venida a menos a uno le suena a canto de rana.