La cansina y repetitiva rutina de la vida política en Castilla-La Mancha
La política en Castilla-La Mancha lleva muchos años instalada en una cansina y repetitiva rutina consistente en que, ora con un partido en el poder ora con otro, se establece un diálogo de sordos entre el Gobierno regional y la oposición y cada día se monta un tinglado de ruedas de prensa, réplicas y contrarréplicas, en las que se reitera una y otra vez hasta la saciedad un mismo argumentario sin que nunca exista una conexión real entre ambas partes, más allá de repetirse cada uno a sí mismo y mantener el estatus quo de cada momento. Es un escenario preparado para la ocasión, que da mucha pereza y en el que ambas partes son protagonistas de una función que se representa desde años atrás, con la sociedad castellano-manchega siempre al margen.
Entendemos perfectamente que en democracia el Gobierno y la oposición tienen que ejercer sus funciones de poder y contrapoder, y hacerlo de forma cotidiana y constante dentro de la legitimidad de sus obligaciones y tareas, pero nos parece que la situación que se vive en Castilla-La Mancha, antes y ahora, con los gobiernos anteriores y con el actual, es una mera puesta en escena de cara a la galería donde el objetivo real no es el diálogo y el entendimiento y control sobre el otro sino la propia escenificación en sí misma. Los tres partidos de las Cortes de Castilla-La Mancha, y especialmente el PSOE y el PP, entran de forma absurda en este juego sin plantearse de verdad una forma diferente de hacer las cosas. Han pasado años: ya toca.
El Ejecutivo tiene que gobernar bien y ser honesto, gestionar correctamente los recursos públicos y atender las necesidades de la gente, mientras la oposición debe vigilar que se cumplan estos principios esenciales, además de denunciar todo lo que se hace mal y a la vez hacer propuestas rigurosas y sensatas con sentido positivo y ánimo de construir. Pero ni socialistas ni populares ejercen seriamente estos planteamientos porque con frecuencia su mirada está puesta en la propaganda y el proselitismo y en acaparar espacios públicos a mayor gloria de su causa ideológica y en detrimento de la verdad y la política real.
Y decimos esto ahora con la misma claridad con la que lo hemos dicho en anteriores ocasiones. Lo decíamos cuando en Castilla-La Mancha gobernaban Barreda o Cospedal y lo decimos ahora que gobierna Page. Falta trabajo, rigor, seriedad y, sobre todo, imaginación: buenas ideas para gobernar y hacer oposición, más allá de la rutina y la mediocridad ambientales.