Joma Sport y Portillo, o pidamos lo imposible
La visita de los Reyes Felipe VI y Letizia la semana pasada a la sede central de Joma en la toledana Portillo, le ha hecho a uno reflexionar sobre lo que puede lograr una persona con el espíritu de emprendedor sin barreras de Fructuoso López; un empresario que como aquellos grafiteros del sesenta y ocho puso en su modesto negocio de calzado deportivo, allá por el año sesenta y cinco del siglo pasado, ese letrero de "Seamos realistas, pidamos lo imposible". Joma, de un modesto taller con ocho empleados ha pasado a ser hoy una multinacional que vestirá al diez por ciento de los deportistas que compitan en los próximos juegos olímpicos de Tokio encuadrados en ocho comités olímpicos, entre los que están nuestro propio país, Portugal y México y 18 federaciones nacionales visten sus equipaciones. Pero lo que es más importante, es que su sede central, su cerebro, allí donde se diseñan los productos que se venderán por todo el mundo, las estrategias para llegar a todos los mercados, el marketing, la logística que lo hace posible… sigue estando en el mismo sitio que quiso su fundador: Portillo de Toledo; aunque cualquiera también sabe que esos doscientos empleos directos del pueblo toledano se multiplican por unas cuantas cifras a lo largo de su campo de acción, que hoy es ni más ni menos que todo el mundo. Una multinacional de ropa y calzado deportivo con lo que supone hoy una marca consolidada que vende ante todo una imagen en el mundo globalizado en que vivimos.
La crisis, desgraciadamente se ha llevado por delante millones de empleos y ese es el primer resultado que salta a la vista y que centra los esfuerzos de todos para su recuperación, pero desgraciadamente lo que se ha llevado, y eso sí que será de más difícil recuperación, es a unos cuantos miles de Fructuosos López que difícilmente volverán a intentar una aventura empresarial tras la derrota. El emprendedor vapuleado tiende a refugiarse en salvar los restos del naufragio y cuando lo intenta de nuevo lo hace casi siempre con pies de plomo y casi nunca con el empuje de la primera vez.
Menos esa izquierda cerril, populista y demagógica, surgida como otro producto más de la crisis, nadie en el mundo occidental niega el papel fundamental para la creación de riqueza del empresario que, con su iniciativa y en el marco del Estado de Derecho propiciado por estas sociedades, se juega su dinero, innova y abre caminos donde parecía no haber nada.
El otro día en Portillo de Toledo había codazos a izquierda y derecha por salir en la foto. No hay mejor reconocimiento para un empresario que ver como, sobre todo la izquierda, se pirra por salir en primer plano.