En jurisdicción de Sara Tornero y Manolo Cerdán
El sábado pasado un buen puñado de amigos y compañeros nos fuimos a Santa Olalla a acompañar al amigo José González Fernández (Jose Peña), en el homenaje que Sara y Manolo Cerdán le brindaron con la imposición de la insignia que le acredita como el vigésimo octavo Cerdán de Oro. El Cerdán de Oro, por si alguien no lo sabe, es el premio más antiguo que se otorga en Talavera, si se excluye aquella Medalla de Oro de la Ciudad que el bueno de Aureliano Prieto tuvo a bien conceder al Jefe del Estado en los “amenes” del franquismo, que diría don Ramón del Valle Inclán.
Desde hace también unos años la ceremonia de entrega se celebra en los salones del hotel Recio de Santa Olalla. Sara y Manolo ponen un autocar, por supuesto a costa de su bolsillo, y luego allí todo aquel que quiere acompañar al homenajeado paga el menú religiosamente del suyo. Ese día el territorio de Sara y Manolo es tan abierto como su propia casa los otros trescientos sesenta y cuatro días del año. Allí está simplemente el que quiere y tiene voluntad de estar. Este año, como algún otro antes, acompañaron a José Peña tres miembros de la Corporación Municipal de Talavera con su alcalde, a la cabeza. Los otros dos amigos de Jose eran Santiago Serrano y Arturo Castillo. Periodistas, un buen puñado, porque ya se sabe que si algo tiene en la profesión Jose Peña, son muchos amigos, por no decir todos.
Ante la presencia del alcalde Jaime Ramos, Manolo, que de protocolo sabe algo, me indicó a mí, ya que era yo quien iba a presentar el pequeño acto de imposición del premio, que le dijera al alcalde que, como es lógico y estando la primera autoridad de Talavera allí, él cerraría el acto. A Jaime Ramos, también como es lógico en personas prudentes, le faltó tiempo para decirme con buen humor y en tono de broma, que estábamos en Santa Olalla y esa no era su jurisdicción. Desde luego aceptó y cerró el acto.
Aquello de la jurisdicción le dio pie a uno para contestarle al alcalde, y también a todos los presentes, algo que cualquiera que haya pisado una sola vez la casa de Sara y Manolo aprende desde el primer minuto: aquello es jurisdicción Sara y Manolo, un espacio imposible, único y mágico, donde hay muy pocas veces que existan las penas y donde la única regla vigente es la del corazón.
Desde hace años la jurisdicción mágica de Sara y Manolo se traslada por un día a casa de nuestro amigo Nader Razar simplemente porque, como Jose Peña, es otra persona con el corazón tan grande como los dueños de la casa. Estuvimos de nuevo en la jurisdicción de Manolo y Sara y uno recibió doble ración de amor. Otra vez, gracias.