Ponga una cigüeña en su tejado
Ya se sabe lo bien que queda un nido de cigüeña en la torre de una iglesia. Resulta una estampa entrañable, con su pareja, dicen que fiel y monógama, eso sí más fiel al nido que a su pareja, y sus polluelos asomando la cabecita por encima del borde del nido. El problema es cuando en su contemplación uno se descuida y le cae encima una de esas cagadas que sólo la “ciconia ciconia” sabe producir en la cantidad y calidad que asegura un blanqueo completo del traje recién estrenado. Entonces la estampa idílica que uno tiene de la especie casi siempre empieza a nublarse. Claro, que siempre hay quien goza con la experiencia y se apunta a los beneficios del abonado natural para el cabello. Hay gente “pa tó” que decía el Guerra, el Gallo, o los dos.
Casi lo mismo ocurre cuando por aquello del cambio climático, que es algo a lo que se puede achacar cualquier cosa, a la pareja de cigüeñas se le varía el radar y comienza a construir su nido, ramita a ramita encima del tejado de un particular y no en la torre de la iglesia o en la torreta de transporte del fluido eléctrico. Entonces hay pocos propietarios a los que la vena ecologista les lleve a echar una mano a la faena cigüeñil añadiendo un soporte para asegurar el hogar conyugal. Las cigüeñas quedan muy bien en lo alto de un edificio, siempre que uno no sea su propietario.
Viene esto a cuento de algo que se viene repitiendo prácticamente en todos los pueblos de España en los que anidan las cigüeñas, en muchos casos durante todo el año, y en los que se multiplican los nidos de esta simpática y urbanizada ave, que curiosamente algunos ornitólogos clasifican como ave acuática por sus orígenes. Y es que en cuanto los nidos de cigüeña amenazan la integridad de un edificio, siempre hay un grupo dispuesto a que se caiga el edificio antes que el nido.
En Talavera de la Reina, por una vez, la Comisión del Plan Especial de la Villa, que como su nombre indica vela por el cumplimiento de las normas urbanísticas que rigen en su casco antiguo y en sus edificios históricos, tomó la decisión hace unas semanas de no reponer los nidos de cigüeña que habían proliferado en las cubiertas y tejados de la Basílica de Nuestra Señora del Prado; un edificio que además de ser la sede de la patrona de la ciudad, es desde su origen de titularidad municipal que se encarga, como es lógico de su mantenimiento.
No hace falta decir qué grupo político municipal ha pedido escandalizado la reposición de los nidos y ha recurrido en amparo a la Consejería de Agricultura de la Junta de Castilla-La Mancha para mantener todos los nidos encima de la basílica.
Dicen que en Europa Central algunos amantes de estas simpáticas aves colocan en sus tejados plataformas y ruedas de vehículos para que aniden. Una buena idea que uno recomienda a los dos preocupados concejales de Ganemos Talavera: “Pongan una cigüeña en su propio tejado”.