Trasvases y consenso
Hace unas semanas, la ministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, dijo algo que era muy difícil que saliera de la boca de una ministra en el ejercicio de su cargo: “Sin consenso político es imposible la política de trasvases”. Unas declaraciones que vienen de hecho a impugnar lo que lleva sucediendo en España desde que se puso en funcionamiento el trasvase por antonomasia, que no es otro que el de la cuenca alta del Tajo al Segura. Porque hay que recordar que en España los trasvases se acercan a la treintena. Algo hemos avanzado, porque hasta ahora no hubo un solo ministro de un gobierno de España que se saliera del guión marcado por las líneas estratégicas de su partido: trasvasistas en Levante y negacionistas en Castilla-La Mancha.
Y es que si algún día hay en España un verdadero Plan Hidrológico Nacional nada volverá a ser como hasta ahora y será difícil que la política de trasvases, cuyo centro pivota por el Tajo, se rija, si es que existe, con las mismas reglas de juego. Todos lo tienen claro: así no se puede seguir. La garantía de los cuatrocientos hectómetros cúbicos en los embalses de cabecera no es garantía de nada. Sólo servirá para mantener el descontento en la cuenca cedente y la continua reivindicación de más agua en la que lo recibe. Con la perspectiva de los años, incluso llego a pensar que aquella derogación del PHN que incluía el trasvase del Ebro nos habría hecho al final un favor. No hay mal que por bien no venga.
Lo que venía a reconocer la ministra era el gran cambio que en políticas de agua se ha dado en España en los últimos años pero que en realidad afecta a todos los grandes temas de Estado y que sólo los dos grandes partidos pueden solucionar con un cambio radical en sus posturas. Ya digo que los dos partidos que tienen la suficiente representación no sólo deben estar en consenso en el tema del agua, sino que deben extenderse a la propia defensa del marco constitucional con su refuerzo inequívoco.
Si fue posible la derogación de un Plan Hidrológico Nacional, que recordemos, en Castilla-La Mancha negoció Bono con Aznar en la Moncloa, fue simplemente porque el partido de ZP optó por asegurarse su mandato con los nacionalistas catalanes que hicieron de su oposición al trasvase de la desembocadura del Ebro condición imprescindible para prestarle su apoyo. Todos los que han gobernado en España en democracia, en realidad, es lo que han hecho en cuanto el juego de mayorías no se apuntalaba sobre una mayoría absoluta. En vez de buscar el acuerdo con el otro gran partido, recurrir a las minorías y convertirlas en bisagras imprescindibles. Así que ojalá que lo que la ministra decía el otro día empiece por el agua y termine por el apuntalamiento del sistema del setenta y ocho que tanta estabilidad y progreso nos ha dado.