Fenómenos paranormales con Fernando Barredo por medio
Reaparece el genial Fernando Barredo LOC y todo se revuelve en el cielo, la tierra y las aguas de la región. Vuelve reintegrado en su cargo, Fernando Ángel Barredo de Valenzuela, “el feo de Vistalegre” y un camión de elefantas se estrella en una carretera de Albacete, mientras los turistas se suben a contemplar la campana gorda de la catedral de Toledo sobre las costillas de un dron. En Brasil la cosa es peor porque en la Iglesia Católica de San Geraldo Magela uno de esos bichos voladores ha llevado la hostia al altar en el momento del ofertorio para estupefacción de los feligreses y escándalo de ortodoxos. Fenómenos paranormales ya digo. Con Fernando Barredo y su Imagina Podemos cualquier cosa es posible: el secuestro de cuatro palomos de competición en Casas de Juan Núñez de Albacete, y los cuatro años de trullo que les pueden caer a los presuntos secuestradores. Ha vuelto LOC en olor de santidad laica y anarquía clásica y todo se revuelve como el marzo que no impide a Sara Carbonero lucir su colección de bikinis. Todo se enseña si se tienen vocación y ganas de mostrar la verdad: en el magisterio, en el periodismo y en la pasarela. Con Sara Carbonero y el escultor, escenógrafo y artista ritual por medio cualquier cosa es posible.
Lo de nuestra nueva Sara tiene su explicación. Antes de acabar periodismo ya trabajaba en la televisión y de aquellos besos mundialistas acá cada aparición suya trae el recuerdo aromático del verano en el que todos por fin agarramos una bandera sin sentirnos fachas. Lo de Fernando se explica de Vistalegre acá por una vocación de artista que le sienta a su traje podemita como a un cura con sotana dos pistolas. Se empeñó en resolver la cuadratura del círculo de la política y el arte y en el segundo intento le cayó una mano de hostias llovidas de la parte del paraíso donde se asaltan los cielos.
Ahora, hostiado, indómito y reintegrado en el Consejo Ciudadano Autonómico de Castilla-La Mancha vuelve a la carga. Se ha empeñado en revisar las cuentas del Gran Capitán de José García Molina, el tercero de la dinastía de los Molina, y ha rescatado una calculadora del tiempo en que no había teléfonos que hacían fotos y echaban cuentas. Eran otros tiempos: los turistas subían a pie a la campana gorda y al cuarto de los gigantones, los palomos de competición se cambiaban entre los colombófilos en los mercadillos del martes y las elefantas viajaban en la Renfe, aunque la madre de Dumbo también muriera en un accidente ferroviario de aquellos.
Dice Barredo que a él le han hecho la peor faena que se puede hacer a un libertario. Le han conculcado los tres derechos fundamentales de cualquier persona: el derecho a la propia defensa, la libertad de expresión y el derecho de asociación. Le ha faltado decir como a Eugenio Suárez: “¿Y para esto hemos muerto un millón de españoles?”. Pues eso.