Pedro Sánchez trasvasista y antiemiliano en Murcia
No es la primera vez, ni el primer político, ni el primer partido político que aparece como trasvasista en Murcia y defiende el fin del trasvase en Castilla-La Mancha. Ese baile retro de la yenka ya lo hemos visto bailar en todas las versiones musicales del arco iris. Lo nuevo y que bate récords de inconsistencia política es hacerlo con una diferencia de apenas una semana y eso hay que apuntárselo a Pedro Sánchez, el secretario general del partido que en Castilla-La Mancha preside Emiliano García-Page. El otro día en Albacete (los asesores de Emiliano todavía están rezando porque el presidente no estuviera allí por motivos de “agenda”), Pedro Sánchez se mostró como el más convencido adalid del fin del trasvase y tal que anteayer en Murcia defendió completamente lo contrario. No hay que añadir para el lector perspicaz que tanto en La Mancha como en la huerta murciana las palabras del prócer socialista fueron acompañados de los aplausos, los vítores y el entusiasmo de sus correligionarios, perfectamente descriptibles en estos casos.
Ya se sabe, y es público y notorio, que desde aquella célebre defenestración de Ferraz del uno de octubre del dieciséis, en la que Emiliano García-Page jugó un papel conspirativo y organizativo decisivo, las relaciones entre el secretario general del PSOE y el secretario general del PSOE-CLM no son ni mucho menos amistosas ni fraternales. Están los dos instalados en eso de la conllevancia que don José Ortega y Gasset recomendaba a los gobiernos españoles de la II República con Cataluña. La novedad es que la discrepancia llegue a un asunto del calado y la sensibilidad dentro de Castilla-La Mancha como el del agua. Pedro Sánchez, podría, además por coherencia, haberse refugiado en uno y otro territorio en el discurso del pacto nacional del agua y no haber removido un rescoldo que le puede abrasar con la badila de la demagogia y, en el que para cualquiera que lo contemple con la mínima imparcialidad, él y su partido quedan en evidencia.
Y es que ni Pedro Sánchez puede sacar rédito político de una incoherencia manifiesta ni el PSOE puede presentarse en ningún territorio español como alternativa a lo que hay, desde que en 2005 su célebre antecesor ZP tuvo la ocurrencia de desbaratar un Plan Hidrológico Nacional que había sido firmado y aceptado por consenso por los gobiernos legítimos de todas las Comunidades Autónomas afectadas y que el entonces presidente de Castilla-La Mancha, don José Bono, defendió con entusiasmo. Eso sí, le ha dado a su compañero García-Page suficiente munición para defender desde su baronía el por qué de su enfrentamiento con su secretario general. En la política, como en la vida, sólo los que saben aplicarse aquello de “no hay mal que por bien no venga” salen adelante, y me temo que entre Pedro y Emiliano no hay color.