Toledo y Cuenca, imanes para el arte
El dicho de dinero llama a dinero habrá que aplicarlo en materia de arte y patrimonio en relación a las ciudades de Toledo y Cuenca. Es lógico. Los coleccionistas de arte buscan lugares en los que sus colecciones se retroalimenten de lo que tienen alrededor. Dos ciudades patrimonio de la Humanidad atraen arte y patrimonio como imanes al hierro. El último en venir es el coleccionista Roberto Polo, un multimillonario cubano hecho en los Estados Unidos que lleva en los genes lo que significa el mecenazgo en aquel país.
Toledo y Cuenca añadirán a su patrimonio, durante quince años, lo que será el Centro de Arte Moderno de Castilla-La Mancha. Por lo pronto, el convento de Santa Fe en Toledo y la Casa Zavala en Cuenca albergarán una colección compuesta por cuatrocientas cincuenta piezas y un valor estimado (aunque tasar económicamente una colección de este tipo siempre será una utopía) de más de trescientos millones de euros.
Alguien dirá, como ocurrió con Puy de Fou, salvando las distancias que existen entre el entretenimiento cultural y la cultura con mayúsculas, que lo suyo sería que la generosidad de Roberto Polo le hubiera llevado a trasladar su colección a alguna de esas ciudades, y pienso en Puertollano y Talavera, que necesitan como el comer revulsivos de cualquier tipo. Eso sería el colmo de la generosidad y la entrega y desgraciadamente los coleccionistas de arte son casi siempre generosos, pero hasta cierto punto.
Cualquiera sabe que el museo Thyssen-Bornemisza no sería lo mismo si no estuviera localizado en esa milla de oro en la que se potencia con El Prado y el Reina Sofía. El Thyssen es lo que es gracias al Prado y, si no, ahí están las “franquicias” de la marca en Lugano y Málaga para comprobarlo. Esa milla del arte es el imán de Madrid y es el recurso número uno para hacer de la capital de España la ciudad número uno en turismo. Arte atrae a arte. El coleccionista es vanidoso. Hay pocos que gocen encerrando su colección a la vista de los demás.
Y es que, además de la vanidad, una colección en “diálogo” con el Greco es otra cosa. Su valor se multiplica por cada turista que pasa ante sus piezas y Toledo y Cuenca, además de historia, patrimonio y arte, acarrean diariamente miles de turistas dispuestos a consumir y gozar del arte que les sirvan en el menú. Casi todos los que lleguen a Cuenca verán su catedral. Una buena parte de ellos acabarán contemplando la colección Roberto Polo.
En esto del arte y las colecciones cedidas a ciudades con poso histórico todos salimos ganando, aunque siempre haya quién diga, como casi siempre en la vida, que “unos más que otros”.