Pochi, el cura de descasar
Estoy en Asturias, y por los chigres, que es como aquí llaman a los bares y las tabernas de Pajares para abajo, leo la poca prensa de papel que queda, y que por lo que ve uno ha quedado reducida a La Nueva España y El Comercio de Gijón, en los que lo único que uno encuentra con sustancia es la noticia de que un cura al que llaman Pochi se ha negado a oficiar bodas fuera de la sede de su parroquia. En realidad, cuando uno ve el titular de la noticia y luego se entretiene en digerirla ve que la cosa da para poco. Total, un cura célebre que saltó a los medios de comunicación porque oficiaba misas en las que aparecían personajes de la Guerra de las Galaxias y que ahora se manifiesta contra las “seudobodas” que se llevan por media España más como un espectáculo prolongación de esas despedidas de solteros que invaden los fines de semana las ciudades que como el sacramento que enseñaba el Catecismo de la Doctrina Católica. Que la cosa es, que resulta que el Reverendo Párroco de la Parroquia de Nuestra Señora de Covadonga en Teatinos de Oviedo se ha cuadrado y se ha hartado de las bodas “pintorescas” y de “resultado berlanguiano” y ha hecho saber que hasta aquí hemos llegado, con un comunicado pastoral en las redes sociales que a uno le ha llamado la atención: “Este reincidente de bodorrios toma aquí y ahora la firme determinación de no volver a ser partícipe de uniones fuera de la parroquia de la que soy titular”.
Y es que, por lo que cuenta el Reverendo Párroco don José Ramón Castañón, alias Pochi, en Oviedo la gente se casa en las tres parroquias “más resultonas”, saturadas de bodas y en las que los “titulares acceden a las solicitudes para celebrar bodas ávidos de engrosar sus cuentas parroquiales a costa de unos novios a los que se les recomienda con condescendencia: “oye, pero pon tu el cura”. Y por lo que se ve, Pochi lleva unos cuantos veranos casando a conocidos, amigos y allegados fuera de su parroquia y en parroquias de las resultonas y se ha encontrado “con la realidad más exasperante y patética: la facilidad alarmante para solapar el sagrado vínculo del matrimonio con bandas sonoras de películas, silencios litúrgicos, risas bobaliconas y pamelas que oscurecen la calidez y el amparo de una iglesia”, y ha dicho hasta aquí hemos llegado, que prefiere uno ser el cura de descasar que el que casa como si cualquier cosa.
Mi entrañable vecina Felisa “La Falucha” tiene los derechos de autor sobre aquello que me cuenta cada vez que tiene ocasión sobre el cura de descasar: “Si hubiera un cura para descasar lo mismo que lo hay para casar ya veríamos quien tendría más trabajo”, lo cual ya es algo que estadísticamente cualquiera sabe. En quince años, que es el promedio que dura un matrimonio en España, todos descasados. Pochi el de Teatinos en los Oviedos de las Asturias se ha puesto estupendo y a cooperar con la estadística y a ver quien levanta esto. Así no hay manera.