Carlos Velázquez y los balones cuadrados
Lo de los balones cuadrados no es coña. Parece, por lo que cuentan los diarios deportivos, que uno lee cada día más rápidamente, que en la NBA algún equipo ha introducido “balones cuadrados” para ejercitar la mecánica de tiro a canasta. El singular método de entrenamiento no le ha sentado muy bien a LeBron James, el mítico alero de los Ángeles Lakers que considera la innovación de “mal karma”, ha llamado impostores a los que lo recomiendan y ha amenazado en un tuit con llamar a la policía si se encuentra a un equipo liado con los balones de marras.
Di Stefano, que ha sido para muchos el futbolista más completo de la historia, no tuvo la misma suerte como entrenador, pero nos dejó algunas de esas frases que se siguen repitiendo todos los días en los campos de entrenamiento de todo el mundo: “Le entregué una pelota y me devolvió un melón”, dijo de una combinación tuya y mía fallida. “Ponte sótana”, le soltó a un defensa después de haberle pasado la pelota entre las piernas en la suerte que llamamos túnel o caño. Con esto de los balones cuadrados que dan mal fario al considerado mejor jugador de la historia de la NBA, seguro que don Alfredo también habría sacado punta: “Che, pijadas las justas…”.
La justificación de los balones cuadrados en los entrenamientos de baloncesto, o de las pelotas de rugby en los de fútbol, es que cualquiera que sea de dominar un melón o un cubo será capaz de hacerlo con un esférico. La teoría del obstáculo añadido no es nueva y muchos deportistas entrenan en condiciones adversas o cargados los bolsillos de plomo para mejorar el rendimiento en condiciones normales.
Por lo que se ve en estos días de primarias en el PP regional, a Carlos Velázquez, el alcalde de Seseña, le toca entrenar con balones cuadrados. Su entorno no se cansa de repetir que tiene a toda la maquinaria del partido en frente y que, sin embargo, los afiliados pondrán las cosas en su sitio, intentando repetir la sorpresa que supuso a nivel nacional Pablo Casado.
Y es que en esto de los liderazgos que siguen a la elección del sumo baranda del partido, siempre se cuenta, aunque sólo sea con la imagen externa, trasladar la idea de que detrás del candidato está el jefe supremo. Ese mecanismo de mimetismo con el líder se da en todos los partidos y vemos como en Ciudadanos la imagen de Rivera marca tendencia entre los candidatos, como la de Inés Arrimadas lo hace entre las mujeres imponiendo una talla treinta y ocho, imposible para las Ritas Barberás de toda la vida que quieren hacer política.
En el PP se ha impuesto la imagen Pablo Casado, y en eso Carlos Velázquez tiene alguna ventaja porque Paco Núñez se va más hacia el perfil de rellenito e incontinente verbal de don Manolo Fraga. Lo otro, lo de verse obligado Velázquez a entrenar con balones cuadrados está por ver si consigue mejorar el tiro a la urna de los afiliados de a pie. Si hacemos caso a don LeBron James, que aunque no tiene ninguna tesis publicada sobre la materia hay que reconocerle una cierta autoridad moral, la cosa no pinta bien: “Mal karma”.