Ahora comienza uno a caerse del guindo. A uno no le era difícil entender todo ese muestrario de razones que la progresía sandía, verde por fuera, roja por dentro, argumentaba contra el parque temático promovido por la empresa francesa Puy du Fou. Los argumentos eran los de siempre: lugares paradisíacos, con ecosistemas irrepetibles que serían alterados, utilizados, explotados y degradados por una empresa representante del peor capitalismo en beneficio propio y en contra de los intereses comunes. En fin, lo de siempre.

A  todo ese conjunto de falacias y medias verdades contestó con un artículo irrefutable Eduardo Sánchez Butragueño y provocó que una buena parte de la sociedad toledana reaccionara con su apoyo a un proyecto que únicamente traía beneficios a la ciudad. Algunos con sana envidia también reclamamos entonces aquel proyecto para el área de Talavera y nos unimos a las verdades del barquero que allí se decían. Me temo que ahora, en cuanto se enteren de los contenidos del espectáculo que todas las noches se representará en el parque, de nuevo se producirá una ofensiva del frente bienpensante encargado de proteger los valores de la corrección política y la memoria histórica.

Resulta que la dirección del parque no ha tenido mejor idea que resumir dos milenios y pico de historia de la ciudad de Toledo y de España con una representación en la que aparecerán buena parte de los personajes, hechos y símbolos a los que esta progresía tiene declarada su particular cruzada: la carabela de Cristobal Colón emergiendo del lago, el caballo de Alfonso VI arrodillado ante el crucificado escondido en la Mezquita de la Luz, Isabel la Católica, El emperador Carlos V,  la noche toledana, Leovigildo, Recaredo y los Concilios… en fin, sólo falta en el resumen histórico que apareciera el coronel Moscardó, el asedio del Alcázar y la procesión del Corpus, para espantar a esta tropa empeñada en contarnos la historia de forma políticamente correcta y con la consiguiente ración de memoria histórica añadida.

Y es que, por lo que se ve, estos señores de Puy de Fou, a pesar de que ya no haya Pirineos ni África empiece al sur de ellos, no se han enterado en qué país van a invertir su dinero y se han atrevido a sacar del armario a todo lo que desde esta miope progresía se odia con el mayor y más tenaz de los ardores. En pocos días se enterarán de que lo que en Francia es normal, porque se puede hablar con la normalidad que la ciencia histórica impone con el paso del tiempo, de personajes como Napoleón, De Gaulle o Petain, en España no es posible. Colón, Isabel la Católica, el general Castaños, el general Primo de Rivera, o no digamos el innombrable, en el imaginario que esta gente ha impuesto en España, es otra cosa bien diferente a lo que ocurre en Francia. Aquí la memoria histórica es la ley. En Francia nadie pretende ganar una guerra civil después de ochenta años. No saben donde han puesto su dinero. Ya digo, otro argumento más que sumar en contra de Puy du Fou.