Yo no pondría un duro en Puy du Fou
No he visto “El sueño de Toledo”. No sé si algún día lo veré. Uno no siente la llamada de los parques temáticos ni la de los grandes espectáculos. Síntoma inequívoco de vejez. Se cumplen años y se pierde calor corporal y curiosidad. Casi todo se ve como una ilusión del espíritu que algunas veces recupera una lectura como las cartas entre Josep Pla y Vicens Vives, con un informe sobre Tarradellas solo al alcance de un genio, que ahora tengo entre manos. Es verdad también que esas ilusiones del espíritu aparecen “unos días más que otros”, y la opinión de algunos amigos escogidos puede ayudar a vencer esa irremediable apatía. Es el caso de la última columna-crónica del amigo Javier Ruiz, “El sueño heroico de Toledo” sobre la sesión inaugural y lo que allí se cuece resumido en una frase: “emocionar y buscar el orgullo de nuestros antepasados”. También lo que al oído le dice alguien la otra noche: “Tiene cojones que sean los franceses los que vengan a contarnos nuestra Historia y a decirnos quiénes fuimos”. El artículo de Javier Ruiz me ha hecho pensar en ir a Toledo y al Puy du Fou. Despabile para muermos viejunos.
Y es que si a uno, por un causal imposible, porque nunca echo a la lotería, le tocara una bono loto y tuviera la necesidad absoluta de invertir unos cuantos de esos millones, en el último sitió en el que los pondría sería en el Puy du Fou. ¿Por qué? Muy fácil, soy español y sé que en España, para consumo propio, la única Historia que vende es la negra, la rosa y la morbosa. Imposible vender Historia en positivo y mucho menos orgullo nacional y patriotismo. Hay que ser francés o americano, como le decían al amigo Ruiz, para valorar lo nuestro. Ya se sabe aquello de que “y si habla mal de España es español”, que viene del momento en que España era la primera potencia del mundo.
Yo espero que en los estudios de mercado previos a la apertura del Puy toledano estén contemplados el buen número de turistas nacionales que pasarán por Toledo pero que huirán del Sueño de Toledo y que serán compensados por todos aquellos foráneos que gozarán de él. Ya se sabe que la izquierda española adolece, desde sus comienzos, de un complejo patriótico nacional, agravado por la apropiación exclusiva durante el franquismo del “Espíritu nacional” y no resuelto en la Transición, que impide a la gran mayoría que la conforma homologarse a la izquierda nacional de cualquier país europeo. Ese complejo restará buen número a las cifras de visitantes. ¡A quién se le ocurre!¡Un espectáculo heroico, patriótico y que habla bien de nuestros antepasados! Ya digo, yo no pondría un duro. Ya se encargarán los que no pudieron impedir su construcción. ¿Cuánto tiempo tardarán en catalogarlo de carca y facha?