Page pasa de Franco y de Moscardó
Juan Ramón Crespo, coordinador regional de Izquierda Unida, ha demostrado en estos días ser el mayor entusiasta seguidor de Pedro Sánchez en la región. A uno no le extraña que sus posibles votantes voten al PSOE de Sánchez cada vez que tienen oportunidad. El fervor que el coordinador pone en apoyo de sus políticas se contagia a los seguidores de IU. Tiene uno la impresión de que, si dentro de sus filas fuera capaz de obtener tanta pasión por sus propuestas como la que consigue con las de Sánchez, sería el coordinador perpetuo. Ni siquiera dentro del propio PSOE de CLM se encuentra devoción parecida a la reacción de Crespo por la anunciada exhumación de los restos del general Franco. Está exultante y no lo disimula: "Ahora, ¡a por Moscardó y Milán del Bosch!". Y, cuando se acabe el cupo regional y autonómico de enterrados por desenterrar, a inventar otros. De desentierro en desentierro hasta el desentierro total. Todo un acierto en la abducción de la supuesta izquierda alternativa por parte de Sánchez. No hay que quitarle méritos.
Claro que la reacción enardecida del fervoroso sanchista regional Juan Ramón Crespo tiene su contrapunto en el estruendoso silencio recetado desde el Palacio de Fuensalida. Page y su PSOE pasan de Franco, de Moscardó, de Milán del Bosch y de todos los presuntos mal enterrados. Es un tema que no interesó nunca al presidente regional y sobre el que pasó siempre como sobre ascuas. Los caladeros de votos en la región, según dictó Bono y la práctica ha demostrado, se encuentran muy lejos de los muertos, de los cementerios y de las criptas. En ese PSOE de Page, los enardecimientos, los fervorines y los entusiasmos no van por ese lado. Si Juan Ramón Crespo piensa que alguien de Page va a entrar al trapo para sumarse al desentierro total, va dado. Su discurso está con el de Ciudadanos y PP. Hay que ocuparse de los vivos. Que nadie pretenda que alguien que pinte algo en el PSOE regional se salga de ahí y del argumento del cumplimiento de la ley. Tampoco que digan que están en contra o que todo responde a una operación de propaganda sin otro objetivo que el rédito electoral.
Ya tiene uno dicho que la tragedia de la socialdemocracia europea es la de su propio éxito con la adopción de los partidos de centro derecha de los principios fundamentales del Estado del Bienestar. Sólo a algún extremista de uno y otro lado se le ocurre salirse de su defensa. Las diferencias están en la gestión y en la forma más o menos manirrota de administrar los recursos. En Europa, ese es el debate. En España es diferente. La izquierda ha encontrado en Franco una fórmula de fidelización a la marca y está con todas sus fuerzas en ello porque obtiene rendimiento. Sánchez y su PSOE están en ello. Juan Ramón, rendido. Page, pasa.