El viernes pasado, después de que el ministro Illa y el portavoz Simón confirmaran que CLM se quedaba varada en la fase 0, compareció el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, y dijo que se encontraba “moderadamente satisfecho”. La procesión iba por dentro y, además, como ocurre con la evaluación de criterios de la desescalada del trío Sánchez-Illa-Simón, hasta ahora no se ha inventado ningún criterio objetivo para medir el grado de satisfacción o malestar de un político, habrá que darlo por bueno. Jesús Fernández repitió una y otra vez su moderada satisfacción, pero también dejó caer entre líneas que no era eso lo que esperaban.
Explicó el consejero de Sanidad que durante todo el día, y en cinco ocasiones, se sucedieron las reuniones entre el Ministerio y la Consejería, y una y otra vez se requerían datos desde Madrid que desde Toledo se aportaban puntualmente. Al final, Toledo, Ciudad Real y Albacete se quedaron en fase 0, al igual que Madrid, Valencia o las dos provincias andaluzas de la Costa del Sol. Un grupo de agraviados a izquierda y derecha que se sentían discriminados respecto a una de las provincias vascongadas. Tres de esos presidentes, en esa misma tarde y a lo largo de todo el fin de semana, se hicieron oír en todos los medios nacionales. García-Page optó por la aceptación cristiana y el silencio. Se desmarcó de su compañero de partido Ximo Puig y de sus adversarios del PP, Díaz Ayuso y Juanma Moreno. Esta vez Pedro Sánchez, que había apartado a barones propios y ajenos el día catorce de marzo, al grito de “dejadme solo”, no se podría quejar de deslealtad ni de que García-Page va a lo suyo.
Y es que la jugada de Pedro Sánchez y el comité misterioso, por mucho que se envuelva con la cercanía y la movilidad con Madrid y unos datos sobre la capacidad de la Atención Primaria que no se habían exigido durante toda la semana y que se pidieron el mismo viernes, no tiene un pase. Ximo Puig se rebotó, no aguantó el cabreo y se revolvió contra la Moncloa; García Page se tragó el cabreo, dio instrucciones de templar gaitas al consejero Fernández y el hombre cumplió: moderadamente satisfecho y la satisfacción de haber perdido una semana de trabajo de todo un equipo dedicado a contestar las dudas del misterioso comité.
Porque, además, aparte del trabajo realizado y la plena disponibilidad de todo el equipo de la Consejería de Sanidad desde el miércoles en que se presentó la documentación, lo peor era el papelón que, desde la Presidencia de la Junta hasta el último de los técnicos de la Consejería, se había representado durante toda la semana dando por hecho que la región estaría el lunes día once en la fase uno.
En Presidencia en la tarde del viernes, cuando Page y Fernández, tras las continuas nuevas peticiones de documentación vieron venir el suspenso a media región, el cabreo era monumental y generalizado. Luego se comieron, inteligentemente para uno, la jugada de Sánchez y “moderadamente satisfechos” esperan acontecimientos.