Estatuofobia, estatuofilia y Antonio López que pasaba por allí
En lo de las estatuas, como en lo del turismo y en la vida de pareja, del amor al odio solo hay un paso. A la Barcelona de Ada Colau, la ciudad que en algún tiempo fue la más cosmopolita de España, le dio un ataque de turismofobia hasta que llegó el coronavirus y Torra sacó aquel anuncio pidiendo al resto de España que veraneara en Cataluña y se diera una vuelta por las ramblas y el barrio gótico.
Ahora ha llegado una ola de estatuofobia que lo mismo se lleva por delante una estatua de bulto redondo de Cervantes, un grupo escultórico de Colón con la reina Isabel la Católica, o una del tomellosero más universal que es Antoñito López, que ha tenido que restaurar una de esas mujeres suyas, pintada en Coslada. La cosa no está clara porque la de Antoñito es una simple mujer, que pudiera ser su Mari, o cualquier Mari del mundo, de lo cual uno deduce que a lo peor, lo del pintor de brocha y spray de Coslada es el mensaje de un misógino que no se atreve con la mujer real de carne y hueso.
La cosa de la estatuofobia comenzó en los Estados Unidos llevándose por delante todo lo que oliera a imperio, colonización, o simplemente, como don Miguel de Cervantes, que pasaba por allí, como Antoñito López, fuera sospechoso de no estar en el lado que ahora han inventado los censores de la corrección política. Menos mal que, como decía aquel principio de la física que uno estudió en el Bachillerato de las dos reválidas, a toda acción sigue inevitablemente una reacción y a la estuofobia le ha brotado una ola de estatuofilia que pretende trasplantar estatuas al viejo continente, como si se tratara de aquellos cantes de ida y vuelta que salían de Cádiz, se daban una vuelta por las Américas y volvían como nuevos en forma de colombianas o tangos.
Así, la Asociación de Vecinos Fray Hernando de Talavera, a la vista de los movimientos y presiones para retirar la estatua que representa “la última petición de Colón a la reina Isabel la Católica”, que desde hace más de cien años preside el Capitolio de la ciudad de Sacramento, le ha pedido a don Gavin Christopher Newson, gobernador de California, que tenga a bien donarla a la Asociación con el fin de colocarla en algún lugar del Camino Real de Guadalupe. La asociación se compromete a pagar los gastos del traslado y a cuidarla como se merece una pieza semejante, que enriquecería el empeño que los de Fray Hernando tienen desde hace años de hacer de este camino una fuente de promoción de las tierras por donde discurre. Estatuofobía, estatuofilia y estatuotontos.