La guerra del vino en Valdepeñas y el nuevo Estanislao Figueras
Confieso que aún no me he enterado bien de lo que pasa en Valdepeñas. Año, tras año, desde hace ya unos cuantos, el comienzo de la vendimia está marcado por el conflicto entre viticultores y bodegueros. Los precios de la uva tienen la culpa. El agricultor se siente mal pagado. No ve su trabajo recompensado y además se siente impotente ante la imposición de los dos gigantes bodegueros, que aquí llevan el nombre de Félix Solís y García Carrión.
Pero este año la batalla anual del vino se ha adelantado y la amenaza de una ruptura entre industriales y productores en el seno de la Denominación de Origen Protegida Valdepeñas, puede llevar al final de una de las DOP españolas más antiguas. No hay quien sea capaz de poner un poco de calma y análisis frío en este caos. Hay mucha pasión y poca frialdad. Las tensiones han llegado a tal punto que el alcalde de Valdepeñas, Jesús Martín, ha dicho algo que le suena a uno como aquel “Señores: estoy hasta los cojones de todos nosotros” de don Estanislao Figueras, aquel presidente de la I República que después de pronunciada su histórica y rara frase, en la que se ponía por delante de todos los disparates cometidos por su gobierno, cogió un tren en Atocha y no paró hasta llegar a París. “Sobramos todos y yo el primero”, ha dicho Jesús Martín y a uno le parece que no es mal comienzo el de reconocer los propios errores y estar dispuesto a dejar el cargo.
Y es que, uno, desde fuera, ve la guerra de Valdepeñas, desatada a sangre y fuego, “como dos hermanos que no pueden dejar de quererse, pero tampoco de matarse”, que dice el alcalde valdepeñero, como la mejor forma de la intransigencia de los unos y los otros, acabe por liquidar a las dos partes. Con su “sobramos todos y yo el primero” quizás ahora pueda comenzar otra era y otra forma de hacer las cosas en las que todas las partes se sientan un poco mejor, sino satisfechos totalmente.
Y es que si la fractura entre industriales y productores era ya casi irreparable, las desavenencias entre los dos grandes y las acusaciones mutuas, no han hecho sino atizar el fuego de la discordia.
Lo que sí tiene claro uno, después de la contundente declaración del presidente de la DO Valdepeñas, es que quizás la solución está en que todos los que ahora están se vayan, para que otros intenten el milagro de su renacimiento. Cuestión de fe.