Toledo del Caudillo
Decía Andrés Trapiello, tras escribir su imprescindible Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil, que los escritores del bando franquista habían ganado la guerra y la habían perdido en los manuales de Literatura. Durante años, no ya escritores como Agustín de Foxá o Rafael Sánchez Mazas, indudablemente “franquistas pata negra”, fueron ninguneados y borrados de la historia de la literatura contemporánea, sino que otros de un indudable pedigrí republicano y sin ninguna sospecha de franquistas, como es el caso sangrante de Manuel Chaves Nogales, fueron borrados del canon que la progresía impuso a partir de los años sesenta, y no digamos tras la Transición.
Andrés Trapiello ha contado bien, en los sucesivos prólogos a una obra que cualquier buen aficionado a la Literatura española debe conocer, el precio que ha pagado por su osadía ante los tribunales de la Santa Progresía encargados de expedir carnets de fachas y de demócratas. El remate a su experiencia fue su paso por el Comisionado de Memoria Histórica de Madrid que ha contado en diversos artículos de prensa y sigue contando en esa novela en marcha que es el Salón de pasos perdidos. Después de los disparates, vividos y narrados por Trapiello en aquella comisión, uno creía que era muy difícil, sino imposible, superar el grado de ignorancia, sectarismo y mala fe, de esa izquierda que después de ochenta años no tiene otro objetivo que ganar la guerra a la manera de algunos de aquellos escritores frustrados.
No pasa día sin que esa izquierda sectaria lo intente, y de la medida de lo que es capaz es buena muestra lo ocurrido en el Ayuntamiento de Palma de Mallorca, donde un alcalde del PSOE, perteneciente a una de esas variantes en las que se transmuta el partido obrero y español cada vez que es necesario aplicar la fórmula Zapatero-Sánchez, “como sea”, ha metido en el mismo carro franquista a los almirantes del siglo XVIII y XIX, Churruca, Gravina y Cervera con la así mismo franquista ciudad de Toledo, que ya se sabe que de Recaredo acá, todos franquistas y del Caudillo.
Es significativo que la única voz que ha se ha alzado en el PSOE contra el dislate y la mala fe, que no ignorancia de sus compañeros de partido, sea la alcaldesa de Toledo, Milagros Tolón. Seguro que García-Page también lo hará, si no lo ha hecho a la hora en la que escribo estas líneas… más allá los silencios retumban. Es el tipo de historia que quieren imponer y que tan bien le vienen a los extremos que pretenden enfrentar. Una izquierda irresponsable y capaz de cualquier cosa por un Ayuntamiento.
Me temo que la cataplasma con la que Milagros Tolón ha pretendido salvar la cara, no cuela para la mayoría de los toledanos.