Salvador Ruiz de Luna, “el roncalés” y un jardín que se esfuma
Un canal de internet ha homenajeado al talaverano Salvador Ruiz de Luna (1908-1978) con una recopilación de algunas de sus canciones cantadas por Alfredo Kraus. Salvador, otro de los hijos artistas de don Juan Ruiz de Luna Rojas, fue uno de los colaboradores más importantes de la industria cinematográfica española de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado. Nada menos que cuarenta y ocho películas de aquel tiempo llevan su música, incluida una de los estudios Disney, y en el registro de la Sociedad General de Autores están registradas más de setecientas obras musicales a su nombre. Ballets, zarzuelas, conciertos, música popular, ligera y profunda, Salvador Ruiz de Luna no dejó casi ningún palo que tocar. La fama que el padre obtuvo a través de la cerámica la multiplicó el hijo con la música. Una primera figura.
Una de las películas en las que la música es fundamental es "Gayarre", dedicada al tenor Julian Gayarre (Roncal, 1844-Madrid, 1890), dirigida por Domingo Viladomat e interpretada por Alfredo Kraus en 1959. De Gayarre, no hay registros discográficos, obviamente, pero muchos musicólogos, rastreando las crónicas periodísticas, las críticas musicales y las memorias de las personas que le oyeron cantar, defienden que la tesitura y el timbre de Alfredo Kraus habría sido el que más se asemejaba al del roncalés. Otros críticos tienen a Josep Carreras como otro ejemplo del tipo de tenor que era Gayarre, y así no es casualidad de que en 1986 Jose María Forqué le eligiera para protagonizar "Romance final", la otra película dedicada a la vida de Gayarre, un cantante que muere en plena juventud y en pleno triunfo, y de la manera más romántica, casi con las botas puestas y enamorado.
Tras el éxito de la película de Viladomat y Kraus, un “zórcico” de Salvador Ruiz de Lunase convirtió en un verdadero himno de Roncal, el pueblo y el valle natal de un artista que nunca se cansó de favorecer materialmente a su pueblo, donde está su espectacular tumba en medio de un diminuto cementerio rodeado de montañas y su museo. “El roncalés” se canta desde entonces en Navarra y en el valle del Roncal como el “Asturias patria querida” en el principado asturiano. Es un caso de adopción de una melodía por la simbiosis que el compositor logró con el espíritu y la tradición de la tierra. El zórcico impregna la tierra vasca y navarra como la jota lo hace con Aragón. Don Pío Baroja fue toda su vida un continuo recopilador y canturreador de zórcicos y son muchas las páginas dedicadas a la emoción que le provocaban.
Hace unos meses escribí aquí mismo un papel de estos en los que contaba la protesta de los descendientes del maestro Ruiz de Luna, por la manipulación que alguna formación musical había hecho del texto original de “El roncalés” al eliminar la palabra español de él. El jardín español, que creara Salvador en uno de sus versos, se había esfumado como aquel Leon Troski que desapareció del lado de la tribuna de Lenin, como por arte de magia.
Hoy desde Youtube, afortunadamente las noticias son mejores.