En Albacete ha cerrado el último videoclub. Según cuentan en este mismo papel digital también fue el primero de la ciudad allá por los años ochenta del siglo pasado, que en esto del mundo de la comunicación es el paleolítico. En aquellos años lo que existían eran las películas de superocho que para tantos cineastas fueron la primera experiencia con una cámara. Luego, cuando llego el video a las casas, como había llegado antes la televisión y cada año aparecía un formato nuevo, Beta, VHS…, daba la impresión de que nunca acabaríamos por encontrar el soporte definitivo.
Las cintas de video, como las de audio, pasaron a formar parte de aquella prehistoria en cuanto el DVD o el blue-ray impusieron su calidad. Luego internet, la nube, las plataformas han dejado fuera de juego a aquellos videoclubs de barrio que proliferaban como setas en bares, tiendas de barrio o como las grandes marcas vendían franquicias que se extendían por todo el mundo.
Hoy parece increíble que todo aquel mundo haya desaparecido, como antes los cines de pueblo, de barrio o de sesión continua. Volatilidad de línea de negocio creo que lo llaman. Los sesenta videoclubs de Albacete capital se han volatilizado en cuerpo y alma como aquel catador de toda la vida de una bodega de Jerez pasado del estado sólido al gaseoso al arrimar un cerillo del cuento inolvidable de Fernando Quiñones. No se sabe dónde han ido a parar. Se han disuelto en el éter. Quizás en algún matrix venidero volverán los cines de sesión continua y los bares con video club donde alquilar películas.
Lo de Cineteca´s en Albacete resistiendo la avalancha de cambios digitales que se nos ha venido encima tiene su mérito. Cada día hay menos gente que acumula películas en cualquier formato, como hay cada vez menos que todos los días compre el periódico de siempre en papel o acumule libros en estanterías en casa. Gracias a esos y todavía hay quiosqueros de prensa y libreros que resisten como los últimos de Fort Apache y de vez en cuando nos admiramos de que sigan aguantando con todo el poder de los tiempos y de la técnica cambiante en contra. Desgraciadamente no todo el mundo tiene ganas o acierta a cambiar tan rápido como han venido las cosas.
Hay días que uno entiende a aquellos luditas que prendían fuego a los telares mecánicos que les quitaban el trabajo en la Inglaterra de la primera revolución industrial. Lo de los videoclubs quedará como una de esas reliquias del pasado que se perderá con la memoria de esas generaciones que hace tan solo unos años alquilaban películas en cualquier sitio para el fin de semana. Otro Cinema Paradiso.