Aunque hubo algún alcalde que en su afán de salir en la foto inauguró un semáforo, no recuerda uno un fiasco tan grande en la cosa de las inauguraciones como la del presunto AVE de Extremadura. No ha habido un solo seguidor de la actualidad que no haya sentido vergüenza ajena ante el acto perpetrado por Pedro Sánchez contra la inteligencia de los extremeños en particular y todos los españoles en general. Y en esa parte de los españoles afectados por el rostro de granito de Sánchez hay que incluir en primera fila de platea a todos los habitantes del oeste toledano, que diría el recordado Gustavo Adolfo Muñoz.
Hay que tener la cara de hormigón armado para presentarse a estas alturas del siglo XXI en Extremadura, arrastrando al rey Felipe VI -que para esto sí que el sanchismo siempre le saca por delante- y vender que la nueva Alta Velocidad Extremeña comienza sus años gloriosos con un tren “rápido” capaz de conseguir la vertiginosa velocidad media de 89 kilómetros por hora entre Plasencia y Badajoz. Luego, cuando cualquiera se asoma a los detalles, como la ausencia de electrificación en el tramo, comprende que solo puede tratarse de una broma de mal gusto.
Es normal que en Extremadura hasta los aliados de Sánchez se hayan rebelado y se hayan sentido estafados con el timo de la estampita, y en lugar de celebrar el estreno se hayan echado a la calle, pancarta en ristre, como si se hubieran olvidado de quién gobierna en Extremadura y en España.
Como es lógico, el tocomocho de Sánchez en tierras extremeñas ha tenido la consiguiente repercusión en nuestra región con centro principal en Talavera de la Reina, un lugar en el que la burla infinita se inició con aquel AVE que llegaría “echando leches” para 2010, en palabras de un alcalde socialista en plena apoteosis del zapaterismo. Echando leches, ya digo.
Así que en Talavera, envueltos todos en esa broma infinita, se miran con lupa los Presupuestos Generales del Estado de los años venideros y cuando se llega a la conclusión de que, con un poco de fortuna, en tres años, estará finalizado el estudio informativo, previo a mover una sola paletada de tierra, es normal que también se remuevan los rescoldos de una memoria agravada hasta la burla.
Treinta años se han cumplido de la primera línea de alta velocidad puesta en servicio en España entre Madrid y Sevilla. Se dijo entonces, con un criterio que uno está completamente de acuerdo, que se necesitaba compensar a las zonas de España más atrasadas en cuanto a infraestructuras. Con ese criterio el siguiente eje a cubrir tendría que haber sido el oeste peninsular, que fue el último al que llegó el FF.CC. ya casi en pleno siglo XX. Pero no. La aguja del reloj giró en sentido contrario a las agujas del reloj y apuntó a ese Nordeste lleno de agravios históricos y reivindicaciones que todos se apresuraron a remediar.
El cuadrante suroeste peninsular sigue donde estaba y así seguirá por muchos años. No hay otra.