En un telediario de la televisión regional se desarrollan dos noticias relacionadas con el mundo rural que no sabe uno cómo tomarse. La primera se refiere al único alumno de Medicina de la Universidad de CLM que realiza prácticas en un Centro de Atención Primaria. La segunda la de un cerrajero que vuelve al pueblo de origen para hacerse cargo de un taller de forja y herrería que iba a cerrar por jubilación de los dos herreros de toda la vida que lo regentaban. Dos noticias que uno se puede tomar como una señal de que los pueblos pueden tener futuro, porque la gente joven está dispuesta a vivir en ellos y desarrollar su profesión; o, por el contrario, pensar que es la rareza de estos dos casos, lo que hace convierte en noticia algo que no lo sería, en una sociedad más equilibrada entre el mundo rural y el urbano. Ya se sabe que noticia es que un hombre muerda a un perro y no lo contrario. En este caso, si el elegir el pueblo se convierte en noticia, me temo que el horizonte de los próximos años no es demasiado esperanzador.
El futuro médico que ha elegido hacer prácticas en un pueblo es una rareza hoy por hoy. Si no estoy equivocado, convocatoria tras convocatoria las plazas de Atención Primaria son las últimas en cubrirse y lo hacen muy mayoritariamente con los aprobados con menor puntuación. Claro, siempre hay esas excepciones que nos sorprenden y se convierten en noticias como esos alumnos que copan los primeros puestos en las pruebas de acceso a la universidad y sorprenden a todos diciendo que estudiarán Filosofía o Maestro de Educación Primaria. En principio, una gran mayoría de los nuevos médicos rurales actuales que llegan al ejercicio de la Medicina a través del sistema MIR actual, lo hacen porque no tienen otra alternativa. Otra cosa es que luego muchos de ellos vivan su profesión como lo haría el mejor especialista hospitalario del mundo y a los pocos años no cambiarían su experiencia por nada. Pero las cosas, para muchos, al principio son duras.
Y lo mismo ocurre con muchos de esos oficios artesanos que dan para vivir dignamente en un pueblo pero que se pierden, simplemente porque son una rareza los jóvenes que ven en la forma de vida en los pueblos algo compatible con su futuro. No es extraño, también que en el caso de profesionales como los dos ejemplos citados, aunque desarrollen su trabajo en un pueblo no tengan allí su domicilio familiar o lo compatibilicen con la vida en una ciudad. Eso es lo habitual hoy por hoy y por eso, un médico que en sus últimos años de estudios elige ser médico rural es noticia, lo mismo que un joven herrero que mantendrá abierto el taller de herrería de toda la vida.