Alcaraz es uno de esos lugares españoles que nadie al que le guste la historia y el patrimonio debe dejar de visitar. Es verdad que muchas veces se queda un poco a trasmano en los planes de sus potenciales visitantes, y quizá pensando su situación en el mapa regional la hace tan inaccesible como en los tiempos en que nació como plaza de frontera. Hoy se llega a Alcaraz desde cualquier sitio y con la misma facilidad que a cualquier otro lugar. El viaje merece la pena. El espectáculo de la Plaza Mayor con las lonjas de la Audiencia, la puerta del Alholí y el remate de las torres del Tardón y la Trinidad es único y sumerge al visitante en una atmósfera que solo se da en aquel lugar. Es lo mismo viajar en cualquier estación del año, porque aunque el invierno sea duro, andar por sus calles entre la niebla tiene un encanto muy especial.
Solo con su Plaza Mayor se justifica el viaje, pero además Alcaraz tiene otros muchos monumentos y edificios históricos de interés acumulados a lo largo de su intrincada y difícil historia que sorprenderán al visitante.
A todo ese cúmulo patrimonial se ha añadido desde hace unos meses la recuperación del retablo monumental de la Iglesia de la Santísima Trinidad, con nada menos que ocho pinturas en tabla y dieciocho imágines debidas a Juan de Borgoña, un artista responsable en buena medida de la introducción de las formas y las ideas renacentistas en España y que tenía, hasta el momento del feliz descubrimiento la mayor parte de su obra concentrada en Toledo y en su catedral, donde nos dejó sus obras en la Sala Capitular y la Capilla Mozárabe.
En cuanto se descubrieron las obras en la iglesia de la Santísima Trinidad se llevó a cabo una labor de recuperación que culminó con la restauración y una exposición en el Museo de Santa Cruz de Toledo, rodeadas de otras obras del autor. Hoy felizmente se encuentran de nuevo en Alcaraz y lucen como en sus mejores tiempos.
Hace unos días en la Delegación Provincial de Cultura de Albacete el restaurador Pablo Nieto Vidal, responsable de la restauración del retablo de Alcáraz al frente del estudio de restauración albacetense El Parteluz, ha contado los pormenores de esa restauración y nos ha dejado otra buena noticia para una comarca en la que hay todavía, afortunadamente, mucho que descubrir: en El Bonillo, el pueblo en el que se puede contemplar uno de esos grecos fuera de Toledo, Pablo Nieto y su equipo están llevando a cabo la restauración de varias obras, ente las que afirma, podrían encontrarse casi con toda seguridad otras dos tablas de Juan de Borgoña para añadir a su catálogo.
Uno se alegra por El Bonillo, Alcaraz y sus entrañables vecinos y amigos.