Se celebra en estos días, a la manera de un gran triunfo regional, la puesta en marcha de la llamada tubería manchega, quizás llamada así porque denominar al invento trasvase manchego podría levantar ampollas entre los belicosos habitantes de los pueblos ribereños de la cabecera del Tajo o de los siempre damnificados del curso medio.
Desde un punto de vista estrictamente ecologista, o de estricta observancia, como se denominaban a sí mismas las órdenes monásticas reformadas que tenían a gala cumplir a rajatabla la regla fundacional, la tubería manchega no deja de ser un trasvase que altera en lo fundamental el dictado de la madre naturaleza modificando la vida del río en algo tan fundamental como alterar su abundancia y su curso natural. En la nueva religión de la Santa Ecología eso no es poca cosa y estoy seguro de que los fieles de esa nueva iglesia se opondrán con la misma constancia y rigor como hasta ahora, porque lo mismo le debe dar a uno que el padre río se desangre hacia el Levante que hacia las tierras manchegas.
El Gobierno regional, con toda lógica, ha vendido ante todo nacionalismo castellano-manchego: ahora, por fin, el agua de nuestro Tajo se quedará en la región y solo después de que se hayan atendido las necesidades de todo su territorio se podrá plantear la transferencia de unos excedentes, que ya nos encargaremos que no existan… un planteamiento legítimo desde el punto de vista de la concepción de la España autonómica constitucional, pero que, con la preeminencia, la implantación en las mentes y el éxito que en el mundo actual tiene el dogma ecologista, no tiene ni un pase.
A las gentes de los embalses ribereños de cabecera y a los habitantes del Tajo Medio será difícil venderles el invento de la solidaridad regional, si a la par el río Tajo no vuelve a ser un río con vida, y eso será imposible de mantener si los caudales que se transfieran, sea a Levante o a La Mancha no disminuyen drásticamente.
Uno siempre ha sido partidario de utilizar los recursos naturales sin dogmas o tabúes de una manera inteligente, o como se dice ahora, sostenible. Los bosques intocables debido a la superchería ecologista, acaban como los que en Castellón arden estos días ante la denuncia impotente de los silvicultores tratados como explotadores y asesinos de árboles. Con los ríos sin regulación y sin aprovechamiento humano pasaría lo mismo.
Por eso cuando, como es el caso de la tubería manchega, ahora muchos se olvidan de tantos argumentos sobados que se han utilizado antes en contra del trasvase Tajo-Segura, no tiene otra que decirlo, aunque sea en voz baja y para uno y sonreír.
Como en toda iglesia grouchiana que se precie tenemos unos principios, pero si hace falta tenemos otros.