Miraba el trazado de la Vuelta Ciclista a España de este año y me admiraba de ver que por fin una "vuelta" -¡Qué bien les viene a muchos la fórmula con la que se prescinde de la palabra contaminadísima de España!- celebraba su comienzo y alguna etapa más en Cataluña, un territorio, como el País Vasco, vetado durante años para esta prueba deportiva, que aspira a ser al menos la tercera en importancia en el mundillo ciclista.

Toda un sorpresa, porque una buena parte de la financiación de las carreras ciclistas depende de la voluntad política de los territorios por los que discurre en forma de promoción directa e indirecta, y hasta ahora, no hace falta explicar a nadie que viva en España, la alergia y el rechazo que produce en el mundo nacionalistas apoyar, aunque sea de una manera mínima, cualquier cosa en la que aparezca la palabra repudiada y maldita. Por eso tiene uno curiosidad por saber si es que los organizadores de "la vuelta" de este año simplemente han prescindido del habitual y normalizado apoyo público de la comunidad autónoma en forma de publicidad de promoción del turismo o los productos del territorio, como ocurre en otras comunidades, o por el contrario han encontrado unas facilidades y una financiación que a uno se le hace muy cuesta arriba de creer. Reitero que me gustaría saber si por fin este año se ha roto lo que era habitual en cualquier comunidad española, fuera de las consabidas, o es que ha habido una compensación por parte del Gobierno de España, para normalizar a golpe de talón a los organizadores el novedoso trazado. Al fin y al cabo, sería esa compensación, una manera también de premiar a los aficionados al ciclismo de aquellas tierras y la demostración de que la normalidad impera.

Y es que se nota en la inmensa mayoría de los comentaristas, y en los medios que siguen y transmiten la prueba, un afán por ocultar cualquier incidente que venga a desmentir esa normalidad de la que tantas veces se ha presumido durante la campaña electoral debido al efecto balsámico de los indultos del doctor Sánchez.

Un ciclista español, al que los especialistas en esto de la bicicleta auguran un gran futuro, decía el otro día que "cuatro subnormales" eran los responsables del intento para que la mitad del pelotón se fuera al suelo a base de sembrar de tachuelas y aceite las carreteras por las que discurría la prueba. En fin, la habitual colaboración ciudadana a los esfuerzos ímprobos de las autoridades catalanas.

Luego, claro, se entera uno de que los tristemente famosos comités de defensa de la república estaban detrás de el gran éxito, de más de setenta pinchazos en el pelotón, no sé cuantas caídas y un artilugio, afortunadamente detectado por la Guardia Civil, dispuesto para derramar casi media tonelada de aceite al paso de la carrera. Esos eran los subnormales.