Por lo que se ve ya no es suficiente con poner una placa de cerámica al finalizar una obra, sino que algunos alcaldes y políticos varios han sacado la moda de poner un panel de azulejos en el arranque de las obras. Por lo que se ve, hay alcaldes que no se conforman con poner uno de esos carteles que se hicieron célebres en el Plan E de Zapatero, que anunciaban la ejecución de la obra y costaban más que el proyecto entero. En aquel tiempo, en cada pueblo se inauguraron aceras, paseos peatonales del colesterol, semáforos o guardias "tumbaos" en cada travesía. Eso sí, lo más importante de la obra era el cartel. Doña Eva Masías, que fuera alcaldesa de Ciudad Real, fue un paso más allá y le dio al genial plan zapaterista una vuelta de tuerca incorporando el panel de cerámica de inicio de obra. Puestos a publicitar la obra que vendrá lo suyo es que perviva para los restos.
Es verdad que con la iniciativa de la alcaldesa Eva Masías el gremio de ceramistas de Castilla-La Mancha no cabía de gozo. He ahí, para los que niegan, de don Adam Smith para acá, la influencia benéfica de las instituciones públicas, el craso error en que incurren. De golpe y sin recurrir a la mano invisible que mueve el mercado, sino todo lo contrario, la producción cerámica de las placas de azulejos se disparaba al ciento por ciento de crecimiento: una placa de inicio, otra de finalización y, si se pretendiera dar una expansión mayor al mercado, solo habría que ir añadiendo placas, azulejos y paneles con cada certificación de obra en la que quedaría inscrita para siempre la probidad de los munícipes… Ya digo que en Talavera, en Puente del Arzobispo y hasta en Sartajada, por lo que me toca, los ceramistas se plantearon proclamar a doña Eva benefactora del gremio, solo un escalón por debajo de las sevillanas Santas Alfareras Santa Justa y Rufina.
Ahora el ayuntamiento entrante en Ciudad Real ha mandado a unos operarios para desmantelar el testimonio histórico de inicio de obras y uno se teme que a alguien se le ocurra denunciar ante los organismos competentes el evidente atentado contra el patrimonio histórico de todos y bla, bla, bla...
Porque ya se sabe que, en estas cosas, nunca se sabe por dónde anda uno, y si quitar a base de martillo eléctrico con publicidad y alevosía y operario municipal un panel cerámico en lugar público está penado con cárcel como el pico de Rubiales o tiene la misma pena que romper un botijo. Ando en un lío.