No puede ser más oportuna la celebración, a partir de mañana en Toledo, del foro sobre agua organizado por la empresa Aqualia y El Español El Digital CLM. Seguro que allí saldrán y se aclararán unas cuantas preguntas que uno se hace tras el último golpe de efecto de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con la denuncia del Plan Hidrológico de la cuenca del Tajo proyectado y defendido por el Gobierno de España y la Confederación Hidrográfica del Tajo.
Según la perspectiva de la presidenta madrileña, con ese plan, la Comunidad que preside correría el peligro de ser afixiada por el Gobierno de Sánchez mediante la restricción de los caudales, la dependencia mensual de los permisos y, en definitiva, la voluntad negativa que se le supone al Gobierno a la hora de complicar la vida cotidiana a los madrileños… Luego, cuando uno baja de esa línea gruesa que se ha impuesto en la vida política española y lee la contestación de la CHT, atisba con más tranquilidad el que parece ser el fondo de la cuestión. Por lo que uno lee, la Comunidad de Madrid recurre contra del mantenimiento de los caudales ecológicos, la necesidad de autorización administrativa previa de la CHT para la movilización de agua entre embalses de diferentes sistemas de explotación y la necesidad de la depuración de las aguas residuales. Tres cuestiones que a uno no le parecen grandes obstáculos para no entenderse entre administraciones y que desde CLM, sobre todo en la fijación de caudales ecológicos y la depuración de aguas residuales, se han visto desde el principio como un indudable avance.
Claro, que las cosas en la política nacional están tan enconadas, con un presidente de Gobierno que se declara dispuesto a gobernar mediante la discriminación de un muro entre españoles, que no es extraño que desde el otro lado se vea cualquier iniciativa, sobre todo cuando atañe a recurso tan estratégico como el agua, con la sospecha del que se siente en el lado umbrío del paredón. Díaz Ayuso se siente pieza mayor a cazar y ha puesto en marcha ese mecanismo de agravio y autodefensa que tan buenos rendimientos ha dado, y sigue dando, a los nacionalistas de cualquier clase y condición, desde que se aprobó el título VIII de la Constitución y además se convirtieron en imprescindibles para la gobernabilidad o el pastoreo del país.
Por eso tampoco le extraña a uno que desde el gobierno de CLM, aunque no sea esta vez a través de su cabeza, el vicepresidente segundo, José Manuel Caballero, antes que matizar diferencias y problemas, manifieste que ve "razonable" la postura de Ayuso porque "defiende el agua del Tajo para sus habitantes", que es al fin y al cabo lo que el Gobierno de García-Page lleva haciendo desde el principio. Un aliado inesperado y para muchos sorprendente.