En Talavera, el equipo de Gobierno presidido por José Julián Gregorio ha decidido municipalizar el servicio de regulación de aparcamiento, la conocida ORA, impuesta en la mayoría de las ciudades con el objetivo teórico de salvar del colapso ciertas zonas y que para muchos no es otra cosa que una nueva recaudación encubierta bajo el nombre de servicio al ciudadano. Lo que le llama a uno la atención es que sea una corporación de derechas la que vaya a tomar una medida que los clásicos de la Economía catalogarían como el típico intervencionismo del pensamiento socialista.
El caso es que, tras no sabe uno cuantas corporaciones de "progreso", tiene que ser un Ayuntamiento "reaccionario" el que ponga en marcha una municipalización (hermana menor de la nacionalización) que nunca antes, ni siquiera la izquierda, se había planteado, o al menos no había puesto en entredicho en ningún momento. Pero así son las cosas en este siglo XXI en el que los dogmas sociales, políticos y económicos se volatilizan y cambian de acera con una normalidad que solo se ve alterada por la demagogia y el populismo a derecha e izquierda.
Recuerda uno las matracas que ha tenido que soportar cuando en alguna agrociudad manchega se consideraba traidores de lesa majestad a los componentes de una corporación cuando se concedió la gestión del servicio de agua a una empresa privada, cuando se podían contemplar decenas de ejemplos en municipios cercanos en los que corporaciones del propio signo y del contrario asumían esa privatización, consideraba como un robo al ciudadano con total normalidad.
Hoy está muy claro que los viejos dogmas solo son utilizados desde los extremos, más como manera de buscar puntos de confrontación que como verdadera búsqueda de soluciones para los problemas cotidianos del ciudadano. Hay una necesidad para la supervivencia del populismo de negar todo aquello que a partir de la segunda mitad del siglo XX se convirtió en Europa en la normalidad aceptada a izquierda y derecha y que dejaba fuera de juego siempre a los extremos después de las tragedias vividas.
Tras la II Guerra Mundial, el Estado del bienestar ha sido solo posible mediante fórmulas de gobierno cercanas a izquierda y derecha a la socialdemocracia y el respeto a los matices a esas fórmulas de búsqueda del centro y el equilibrio que tanta prosperidad han traído a las generaciones que hemos tenido la suerte de vivirlas.
Pero la irrupción del populismo demagógico ha acabado con ese mundo. Solo valen clichés y fórmulas mágicas parecidas a las del crecepelo que se vendía en los western.
No me extrañaría por eso que cualquier día alguien tachara de socialista y traidor al actual alcalde de Talavera en nombre de sacrosanto "mercado".