A Emiliano García-Page, secretario general del PSOE en CLM, le han lanzado un reto para el próximo sábado desde Moncloa-Ferraz para que "muestre las agallas" en el Comité Federal del partido. En realidad la portavoz del partido no ha nombrado a nadie, pero todo el mundo ha señalado a Emiliano. En el lenguaje de la calle le han dicho que si tiene cojones que hable allí en la sede de Ferraz o calle para siempre. También todo el mundo ha dado por hecho que Emiliano ha aceptado el órdago y el sábado reiterará los argumentos que ha ido desgranando en estos días tras el acuerdo de Sánchez con ERC para conseguir la investidura del compañero Illa. Otra cosa es que en esa asamblea suenen de nuevo sustantivos y adjetivos con los que el presidente de CLM ha ido calificando el "concierto singular": "Cuento, mentira, privilegio, obsceno, grosero, bochornoso…".
Desgraciadamente, de estas reuniones, sin excepción en ningún partido, tenemos la visión indirecta de los que unos quieren dar desde la mesa oficial y de lo que los demás pueden filtrar a los medios, porque sería muy interesante ver, o al menos poder leer la intervención íntegra, que se da por segura de Emiliano, ante un auditorio abrumadoramente contrario a sus críticas y totalmente volcado con el líder carismático, que al fin en el PSOE han encontrado como guía segura hacia el mantenimiento del poder, con esa fórmula zapateriana y tan antigua como el poder mismo del "como sea".
Y precisamente ese "como sea", marca fundamental del sanchismo, es lo que el otro día se ponía en cuestión en el Congreso de la comisión Internacional de la Historia de las Instituciones Representativas y Parlamentarias (ICHRP) celebrado en el Universidad de CLM en Toledo y que tuvo a Emiliano García-Page como invitado especial. Allí quedó claro que en una democracia representativa, las formas y el respeto a las normas escritas y no escritas son fundamentales para mantenerlas en un momento en el que la enfermedad de los populismos y su contagio a los partidos institucionales es su mayor amenaza.
Desgraciadamente, en España el sanchismo nos ha traído, desde el día de una investidura marcada por la declaración del establecimiento de un muro contra aquellos que no pensaran de la misma manera y una continua búsqueda de motivos de enfrentamiento, antes que puntos comunes, un enrarecimiento de la vida política nunca antes conocido en los últimos cuarenta años.
Para España es imprescindible que el PSOE recupere ese sentido institucional limpio de populismo que tantas veces tiene eco en los mensajes de García-Page. El sábado tiene una prueba dentro y fuera de Ferraz.