Capilla Sixtina

Consejos de Azaña a Rajoy

31 octubre, 2017 00:00

Este será un texto poco original. Lo que hay que escribir está escrito ya. Lo hizo Azaña en el año 1937. Un Azaña desencantado escribe sobre Cataluña y los catalanes en unas memorias que se conocen como los “Cuadernos de la Pobleta”. Es como si escribiera a Rajoy, ochenta años después, para decirle  cómo debe actuar en su condición de Presidente de Gobierno. Así que resulta inevitable  conocer las reflexiones que en defensa de aquella República escribió quien fuera Presidente del Gobierno  y conoció los desastres posteriores. Fueron momentos graves, tan graves como los de estos días. Tan traumáticos como aquellos, aunque nos esforcemos  en creer que ahora se impondrá  la Constitución y el sistema democrático que ella garantiza. Queremos creer que, afortunadamente, vivimos en otra época, distinta, menos convulsa, más propicia al dialogo que a los combates.

Cuanto está ocurriendo en España y en Cataluña sucedió ya. Es lo que el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez ha denominado “la pandemia de la sinrazón” en un artículo titulado “Ciudadano de Barcelona”, en El País del domingo, 29 de octubre de 2017. Como en los tiempos de la República el trabajo hecho en Cataluña para arribar a esta “sinrazón” tiene su precedente en años anteriores: sistemático, concienzudamente planeado y organizado, utilizando todos los recursos  a su disposición, combinándolos con una mezcla de habilidad mágica para la mentira y el mayor de los cinismos. Imposible, por eso, no reproducir al Azaña  que demanda en su momento la intervención del Gobierno “por muchas y muy enormes y escandalosas que hayan sido las pruebas de insolidaridad y despego, de hostilidad y chantajismo que la política catalana de estos meses ha dado frente al Gobierno de la República, no son razón para inhibirse, sino para lo contrario”.  En contraste en la España actual, como en los años de la República, se optó ante lo que se hacía en Cataluña por la indiferencia, la ausencia de intervención y hasta un cierto providencialismo, basado en la creencia irracional de que nadie se precipitaría hacia la “sinrazón” o que en último momento alguien intervendría para evitar una catástrofe social e institucional. Ochenta años atrás Azaña ya había vivido lo que estamos viendo nosotros. ¡Ay, el conocimiento de la Historia!

 Cuenta Azaña que reunió a los ministros y les avisó de las consecuencias de la falta en el Gobierno de una política catalana; que sería un desastre; y que la política del Gobierno no podía ser la de inhibirse y abandonarlo todo. Y plantea “que el Gobierno debe restablecer en Cataluña su autoridad en todo lo que le compete, manteniéndose estrictamente dentro de la ley, para que nadie se queje con nosotros de extralimitaciones ni invasiones, y, dentro de la ley, adelantar con firmeza, sin perder día ni hora”.  Se han saltado en Cataluña todas las barreras democráticas y legales. A pesar de los cual los nacionalistas se presentan como los  demócratas agraviados y España como los  invasores tiránicos. Al Gobierno de la Nación se le exige, por lo demás algo natural, que actúe con rigor y respeto a los procedimientos, como si se estuviera preparando un dossier para un Tribunal de la Historia en el que será juzgada la actuación del Gobierno de España. Idénticas precauciones recomendaba Azaña.

Y  continúa: “Que el Gobierno debería basar su política para Cataluña en el propósito de restablecer y mantener la Autonomía, según el Estatuto, hoy secuestrada”. El sistema, entonces como ahora, ha sido derribado. No se respeta al Parlamento, se manipulan las instituciones, se alteran los organismos administrativos, se dinamita el papel de los partidos políticos y un Presidente, y 'los grupos irresponsables que se sirven de él' intentan establecer un despotismo que se envuelve bajo el inconcreto recurso a la voluntad del pueblo".  

Hay gentes que atribuyen los males de Cataluña a Rajoy. Rajoy será el responsable de “una corrupción abrumadora”, un personaje abúlico y cuanto quieran, pero en la presente ocasión está poniendo en práctica, los conozca o no, los consejos de un dolorido Azaña, que soportó las mismas experiencias que estamos padeciendo nosotros.  Quién en otro momento escribe: “Que al desaparecer el sistema Autonómico, no puede admitirse que surja una dictadura mediante la absorción de los poderes atribuidos a la democracia y la usurpación de otros que no le corresponden y se mantenga un despotismo a pretexto de que Cataluña era o debe ser autónoma. Que al derrumbarse el sistema, el Estado no debe enterrarlo, sino acudir a resucitarlo”. Puede sonar irreal, pero hace ochenta años los españoles y catalanes estaban en el mismo punto en el que estamos ahora.