Excitantes days
En lugar de “Días excitantes”, que suena más convencional, propongo un título, en el que se mezclan inglés con castellano, para fijar la atención del lector sobre los vertiginosos acontecimientos que están sucediendo en España en los últimos días. Lo más destacable, sin lugar a dudas, el perfil de Pedro Sánchez. En menos de tres años ha pasado de protagonizar historias, algunas terribles, como su traumática dimisión, a derrotar al aparato político establecido y terminar siendo presidente de España. Se diría que nació con “una flor en el culo” o una suerte inaudita. Aunque bien pudiera ser la voluntad temeraria de los audaces. Pero abandonemos enfoques personales, propios de revistas del corazón, y centrémonos en la Política, esa disciplina incierta que permite entender cuanto sucede y sucederá con hipótesis probables e intuición de las estrategias de los competidores. Por lo pronto, Sánchez ha presentado un Gobierno impactante que, este sí, refleja la España moderna y actual, frente a la España gris de Rajoy. Preparación técnica, proyección mediática y espíritu europeo son sus características esenciales. Un equipo de ensueño, según Le Monde. Tras la Contrarreforma estancada de Rajoy, en tan solo una semana, los ciudadanos han experimentado la sensación de haber arribado a un siglo XXI luminoso y esperanzado. Sobre el papel, el equipo ministerial sería uno de los más dotados de la democracia. Dispondrán, eso sí, de escaso tiempo para demostrar sus capacidades.
Pedro Sánchez tendrá que dejar margen para que un PP asolado se recomponga. Los nacionalistas pronto se mostrarán desilusionados para reforzar sus derivas secesionistas. La independencia no corre prisa. Por el momento, prefieren una partida de cartas y jugar de farol, según la ex consejera Ponsatí. Se les ofrezca lo que se les ofrezca, no se avendrán a razones. Ciudadanos, hoy desarbolado, entrará a degüello para demostrar que la derecha moderna son ellos. Podemos, sobre todo el sector de Pablo Iglesias, pronto se sentirá decepcionado. Ya han comenzado las lamentaciones. El sueño irredento del “sorpasso” sobrevive como un fantasma mítico en el imaginario de los “anticasta” que quieren ingresar en la casta con derechos plenos. El PP, entre tanto se reconstruye o ya reconstruido, utilizará su probada “estrategia de la crispación.” Resultó eficaz, primero para Aznar y después para Rajoy. Tras el verano, estamos abocados a un clima irrespirable. Sería preciso, cuando esto comience, no dejarse llevar por emociones, sino por razones. Recuerden a Aznar, diciendo que, en su batalla para llegar al Gobierno, no existían temas de Estado, alguno tan trascendente como el terrorismo. Lo mismo repitió Rajoy, cuando, en el Gobierno de Zapatero, se consiguió que ETA anunciara su final. El patriotismo de la derecha española es anacrónicamente el de hace siglos: o mandan ellos o no existen reglas.
Ante este posible escenario, el PSOE corre el riesgo de caer en el más destructivo de los fracasos o elevarse al más excelso de los triunfos. También en política, el infierno y el cielo son caras de una moneda que se mantendrá por un instante en el aire. Un tiempo infinitesimal que parecerá una eternidad hasta que se convoquen, adelantadas o cuando correspondan, elecciones generales. Los espectros de la socialdemocracia europea rondan a los socialistas españoles, sobre todo los más cercanos: el hundimiento del partido socialista francés, la derrota de los socialistas alemanes, el descalabro en Suecia o Austria. Y el de Italia con Renzi, tras un esperanzador Gobierno. Como Sánchez, Renzi fue rápido, audaz y atrevido, pero las cuentas no salieron. Ahora, en Francia no existe partido socialista y en Italia gobierna una extraña coalición entre extrema derecha y extrema izquierda. Lo mismo que en Grecia. Absurdo, pero real. El futuro inmediato será tan excitante como han sido los días pasados.