El día 17 de junio del año 2023 se habrán formalizado los pactos en los municipios de España entre el PP y Vox. Unos días antes se había anunciado el pacto en la Comunidad Valenciana. Y en los próximos días continuarán otros. Ya nada hay que ocultar. El PP, la derecha conservadora española, la más retrógrada de Europa, nostálgica de glorias pasadas que nunca existieron, ha entronizado a Vox en las instituciones territoriales, incorporando sus postulados ideológicos. Un partido de corte fascista, autoritario, negacionista del cambio climático o de la violencia machista. Están juntos, a pesar de que el Sr. Feijóo había prometido que no pactaría con Vox, y ya diseña el futuro inmediato, por si le hiciera falta, para formar gobierno en la Nación. ¿Alguien tenía alguna duda de que pactarían ambas derechas? Por si pensaban, con más ingenuidad que juicio, que la derecha conservadora no pactaría con la derecha ultraconservadora, los medios de comunicación, los opinadores de distinto pelaje, nos venían preparando para tal pacto. Cuando lo que se sustancia es el poder no se hacen concesiones. La derecha malvive en entornos sin poder. La pugna, que debiera ser programática en la alternancia democrática, se ha convertido en una riña ruidosa y artificial: la liquidación del “sanchismo”, un invento inexistente de la derecha; una consigna de campaña publicitaria, un truco de película de superhéroes para mentalidades infantilizadas. Aunque el asunto es más grave. En realidad es un combate entre la izquierda y la derecha; entre el progreso o la vuelta atrás; entre la solidaridad o el individualismo narcisista y neoliberal. Rondamos la orilla de un precipicio cuyo fondo, al fondo del abismo, no vemos. Lo peor puede estar por llegar.
Los pactos, sí los hace la derecha son patrióticos, cuando son las izquierdas resultan perjudiciales para la Nación. El Sr. Feijóo ha justificado el pacto con Vox en la Comunidad Valenciana, porque el PSOE no se ha abstenido. El planteamiento habitual de la derecha. Desde Aznar hasta Rajoy y ahora Feijóo. Los socialistas deben pactar con la derecha a demanda. El partido socialista que quiere la derecha es un partido “centrado”, en expresión del Sr. Cebrián, que sirva de apoyo dócil a los intereses económicos, políticos y culturales del capitalismo financiero y especulativo. Rajoy reclamó como asunto de Estado el apoyo incondicional del PSOE a sus medidas contra los intentos independentistas catalanes. Y lo obtuvo. La derecha no prestó ningún apoyo a Sánchez en los meses inciertos de la pandemia. En esos dramáticos meses no existían ni el interés nacional ni cuestiones de Estado, todo se convertía en una conspiración histérica para derribar a un gobierno “okupa” e “ilegitimo.”
El presidente del gobierno se cansó de pedir colaboración una y otra vez, cuando más gente moría. Sí se escuchan los discursos de esos meses, Sánchez repite insistentemente la llamada angustiada a la cooperación entre todos. Silencio en el otro lado y crispación continuada que sirvió para el nacimiento emocional del odio a Sánchez. Entremedias, los oscuros negocios de Madrid que originaron la gran crisis del PP y la ejecución pública del Sr. Casado. Pero no solo hay que escuchar, hay que repasar lo que se escribió en esos días en medios digitales, redes sociales, prensa escrita o lo que se decía en emisoras de radio o televisiones privadas. La ultraderecha ya está presente en las Corporaciones Locales. Y pronto en diversas Comunidades Autónomas. Como ha dicho el Sr. Feijóo los ha votado mucha gente. También a Hitler en su momento.