Desde el 20 de junio de 2001, en conmemoración del 50 aniversario de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, se celebra el Día Mundial del Refugiado. Una fecha que pretende poner el acento en la difícil situación de quienes tienen que abandonar sus hogares y países como consecuencia de la guerra, conflictos o de las persecuciones que padecen.

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) es el organismo de la ONU encargado de proteger a los refugiados y las personas desplazadas por estos motivos y este año ha elegido como lema ‘Esperanza lejos del hogar. Por un mundo inclusivo con las personas refugiadas’.

En estos momentos, según datos de ACNUR, más de 108 millones de personas en el mundo están desplazadas por la fuerza, de las que el 70 por ciento son acogidas en territorios vecinos a sus países de origen, siendo muy significativa la tendencia al alza desde el año 2011, cuando se estimaban 38,5 millones de desplazados.

Conflictos como los declarados en Siria, Yemen o, más recientemente, en Ucrania son manifestaciones de una realidad que sitúa a las desigualdades, la pobreza o las ambiciones políticas en el centro de la acción.

Un observador poco informado podría pensar que estas situaciones nos son ajenas, pero nada más lejos de la realidad. Nos afectan y mucho. En primer término, como personas no podemos quedar al margen del sufrimiento humano; pero, en segundo término, nos afectan en nuestra vida diaria, rompiendo la paz y provocando dificultades sociales y económicas que afectan en mayor medida a las personas en situación de vulnerabilidad.

Ante estas situaciones, como Gobierno y como sociedad, hacemos un llamamiento a la paz, a la resolución pacífica y dialogada de los conflictos, mostrando solidaridad con todos los pueblos oprimidos e injustamente tratados.

Castilla-La Mancha ha dado sobradas muestras de solidaridad. Somos solidarios con nuestros vecinos, con las personas más cercanas, pero no somos ajenos a los problemas de personas y colectivos que provienen de otras zonas del planeta. Somos tierra de acogida, como nuestros abuelos y padres recibieron la solidaridad de otros pueblos amigos no hace tanto tiempo.

Un claro ejemplo de ello lo tenemos en las actuaciones realizadas en relación al conflicto de Ucrania. El Gobierno regional, con la Delegación de Gobierno y la FEMP-CLM, junto con las seis entidades de acogida de refugiados en la región, -Accem, Cruz Roja, Cepaim, Provivienda, Guada Acoge y MPDL- además de UNICEF y ACNUR, como organizaciones internacionales que trabajan en el territorio en conflicto, creamos la Comisión Regional de Respuesta Integral para la Emergencia en Ucrania (CRRIEMU), para gestionar los recursos de Castilla-La Mancha y coordinar de una manera rápida y eficaz las necesidades de estas personas. Esta Comisión hoy sigue realizando su vital actividad, siendo un claro referente de la solidaridad regional.

En estos momentos hay cerca de 3.000 personas ucranianas en Castilla-La Mancha, de las que unos 1.900 son menores. Todos ellos son atendidos de forma integral: desde el sistema social y sanitario, los niños y niñas acuden a los colegios e institutos, a los padres y madres se les orienta laboralmente.

También, se ha establecido la concesión directa de ayudas para personas afectadas por el conflicto en Ucrania y que carezcan de recursos económicos suficientes, por importe total superior al millón y medio de euros. 

Nuestro deseo como sociedad es que todos estos conflictos se resuelvan, que en todos los lugares del mundo se consolide la paz y el progreso. Mientras tanto, Castilla-La Mancha continuará siendo solidaria y dando esperanza a las personas forzadas a permanecer lejos de su hogar.

 

Bárbara García Torijano, consejera de Bienestar Social de Castilla-La Mancha.