Los años de la Republica de Weimar fueron una fiesta. De las libertades, de los derechos, de la igualdad, de la poesía, del teatro, de la música, de la pintura, de la escultura, de la arquitectura, de los oficios artesanos. Pero, al parecer, en algún punto de aquel jolgorio nacional, los alemanes se cansaron de tanta fiesta. Así que dinamitaron Weimar y empezaron a caminar orgullosos al ritmo del paso de la oca de Hitler. Se acabó la fiesta y empezó un imperceptible descenso hacia los infiernos. Comenzaron las cancelaciones de espectáculos, se censuraron escritos, se clausuraron otros, se declararon degeneradas novelas, textos filosóficos, comedias musicales. Los derechos, entre ellos, los de las mujeres, decayeron, las diferencias de género se consideraron aberraciones, enfermedades que había que erradicar. De las prohibiciones se pasó a la quema de libros, de cuadros, al cierre de teatros y bibliotecas. Y de ahí a las cárceles, a los campos de concentración, donde se recluyeron a políticos, artistas, homosexuales, gitanos, enfermos mentales y otras deficiencias. La censura es a lo primero que recurren los regímenes autocráticos y populistas. Se persigue a los periodistas y, en algunos países, se les asesina, se cierran periódicos, se clausuran televisiones y emisoras de radio. Ser periodista siempre resulta ser una profesión de riesgo.

Entre los últimos días de julio y la primera quincena de agosto, cuando unos vuelven de vacaciones y otros solo se preocupan por marcharse, se han producido en Toledo dos acontecimientos para asustar. El nuevo equipo municipal ha "descolgado" de la programación de Otoño, un monologo de la periodista, perseguida en su país, Lydia Cacho. Y por otro se ha paralizado la adjudicación del contrato de uso al "Circulo de Arte", situado en la iglesia de San Vicente. Los argumentos para justificar la supresión de la representación teatral, según la primera declaración de la concejala responsable, resultan de una brutalidad rotunda. El coste era muy elevado (9000 euros, IVA incluido) y hay otras prioridades que atender. Es el discurso, antiguo y rancio, que se repite cuando se quiere prescindir de la Cultura. Ni siquiera les vale la cursi interpretación de esta como alimento del alma. A la anterior decisión se habría sumado la cancelación del contrato por el que se renovaría la concesión al "Circulo de Arte". Como en el caso anterior se aducen pretextos banales de revisión de infraestructuras y de seguridad, aunque la clave se exprese de manera diáfana "efectuar un análisis profundo… de las necesidades culturales de la ciudad".

El Ayuntamiento de Toledo ha descubierto sus cartas en sus relaciones con la Cultura. Los temas que se tratan en la obra cancelada, las persecuciones y secuestros de periodistas que investigan, pongamos, que redes de pederastia y la violencia contra las mujeres, no es un asunto que interese a los ciudadanos. En cuanto a lo dicho respecto al "Circulo de Arte", se ha cambiado el planteamiento en el último momento y se ha decidido prorrogar el contrato hasta 2024. El alcalde, en alguna red social, ha declarado que el Circulo de Arte es muy importante. Todo apunta a que se ha querido atenuar el escándalo que se venía encima.

Los malos tiempos han empezado a llegar con las vacaciones de verano. Fin de la fiesta como ya ocurriera en tiempos de Weimar. La Historia cuando no se conoce, de nada sirve. Se reproducen los mismos errores. Lo de Toledo, no es la primera obra que se suprime ni el primer intento de cerrar un centro cultural. Se ha hecho otros lugares de España. Los pactos, no las listas más votadas, que auparon al poder al PP y Vox a Ayuntamientos y Comunidades, están cumpliendo los peores presagios. Se acercan años de intemperie.