Día 7 de octubre de 2024, en la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, en Toledo, el expresidente de la Comunidad, José María Barreda Fontes, presenta el libro titulado "Un militante de base en (la) Transición", (Cátedra). Con prólogo de Nicolás Sartorius, narra el tiempo que va desde los últimos años de la dictadura hasta los comienzos de un proceso que se terminó llamando Transición. En el libro se cuentan los impulsos de una historia, por primera vez, colectiva, los movimientos sociales, la evolución ideológica de unas gentes que desde la revolución teórica evolucionaron hacia la praxis de una democracia liberal. Se organiza en 26 capítulos que contiene apuntes de diario personal, sucesos de la época, cambio ideológico de quienes, desde la Universidad, influidos por el Partido Comunista de España, confluyen en la necesidad de transitar hacia una democracia social, justa, igualitaria y democrática. Se retrata al prototipo de universitario de la época, casi todos de extracciones burguesas, las asociaciones de vecinos en lucha por una vida digna en los barrios marginales, los trabajadores de las fábricas, empeñados en conquistar derechos laborales y la creencia colectiva de que la prolongación de la dictadura carecía de futuro.
En el tránsito, los exiliados de la guerra civil y las oleadas de emigrantes para trabajar en una Europa en desarrollo, tuvo mucha más capacidad de influencia de lo que se ha estudiado. Sabían lo que es sobrevivir en territorios que no eran el suyo. Experimentaban la universal y eterna tragedia del exilio y sus desarraigos sin ocaso. No es casualidad que la ideología y las estrategias más influyentes del PCE, el partido más amplio en la Universidad y en las fábricas, procedieran del exilio exterior. Durante el periodo de la dictadura, desde la terminación de la guerra civil, se debatía infructuosamente en el exilio sobre la caída inminente de la dictadura. Un final que se retrasaba, a pesar del desarrollo que se implantó en Europa tras la Segunda Guerra Mundial. España quedó marginada. El sueño de los exiliados de una vuelta a España se fue diluyendo entre las frustraciones internacionales y el desgaste cotidiano de la supervivencia. Tardó en llegar, pero llegó, la aceptación de que Franco sólo desparecería de España por la vía natural. Así ocurriría. Y cuando se produjo ya no había espacio nada más que para una democracia occidental. La revolución proletaria, poco a poco, se percibía en su autentica dimensión de dictadura. Los objetivos cambiaron de orientación. Había que emplearse en conseguir una democracia lo más social posible, lo más libre posible, lo más igualitaria posible, lo más europea posible. Se impuso el pacto de reconciliación nacional que implicaba la superación, esta vez definitiva, del desastrado siglo XIX y parte del siglo XX, que habían mantenido a España en el atraso en el que se encontraba a la muerte del dictador. ¿Existieron condiciones para otra cosa que no fuera lo que se hizo? Desde la distancia, tal vez si, desde la realidad cotidiana no se percibía otra mejor. Que aquello fuera posible por un pacto entre los herederos de los vencedores y de los vencidos explica el éxito y las lagunas de aquella Transición. Participaron le elites, pero también los ciudadanos y, como no, los países del entorno europeo, lugares de libertades y progreso a los que se aspiraba a pertenecer. Lo cuenta José María Barreda Fontes en un libro pedagógico, plagado de referencias del momento, sentimientos y emociones colectivas. Se desmentía así, (el tempo histórico no es el mismo que el de las personas), a Gil de Biedma que había escrito que "de todas las historias de la Historia sin duda la más triste es la de España, porque termina mal".