TALAVERA - Manuel Muñoz de Luna Sánchez (13 de junio de 2017)
Hace unos días, tuve la satisfacción de recibir la visita de un amigo con el que aprendí nuestras primeras letras en el colegio de Las Agustinas, en el antiguo convento de la Corredera del Cristo en Talavera. Éste emigró a Colombia con sus padres, cuando era un niño. Recordamos a amigos comunes y pequeños detalles de aquéllas muy lejanas fechas. Habíamos recorrido gran parte de la antigua Talavera y de la que él no conocía. Cuando dimos por terminado nuestro recorrido, no se le ocurrió otra cosa, después de demostrar su sorpresa por el cambio tan evidente que exclamar: ¿Pero dónde se fue el olor a huerta que desprendía Talavera? Se refería al cerco que sobre la ciudad mantenían las innumerables huertas, con plantaciones de todo género de verduras, frutas, hortalizas y árboles frutales de diversas especies. Recordaba los paseos con sus padres por la Carretera de Cervera y cómo a la salida, a la altura de lo que hoy es la iglesia de los Santos Mártires, ya todo era sombra procedente de las plantaciones de las continuas huertas. La historia se repetía por toda la periferia, todo eran huertas y el grato olor que de ellas se desprendía.
Había leído las noticias recientes de Talavera y entre ellas la que se refería a la fiesta de "la barrada" y muy sarcástico él, me comentó: "Lo veo claro, como aquí ya, prácticamente, no sobran los productos de huertas, no podéis hacer "tomatadas" y echáis mano de lo que parece ser sobrará, que es el barro".
Procurando por mi parte ponerle al día, le comenté: Efectivamente, tenemos el problema de que el cauce de nuestro río va destinado en gran parte a atender otras demandas que, parece ser, lo necesitan más que nosotros, pero creo firmemente en que la responsabilidad de nuestros representantes sabrán solucionar este problema, en especial creo en la persona que más se significa y que es Don Miguel Méndez.
Posteriormente, como despedida, hicimos la visita obligada a la Basílica de Nuestra Patrona la Virgen del Prado y de allí salió totalmente reconfortado. Muy grata fue mi visita a la ciudad de Talavera pero, de verdad, esta última visita es la que más deseaba hacer y es de la que mayor satisfacción me ha reportado, me dijo. Nos despedimos y prometió que regresará pronto, que a la cuna siempre apetece volver.