Cartas al Director

REPENSAR EL VOLUNTARIADO - Grupo Aréopago (18 de diciembre de 2017)

18 diciembre, 2017 08:15

Entre las muchas fechas del calendario que las Naciones Unidas dedican a acontecimientos o temas específicos de gran calado social, hay algunas que no pueden ni deben pasar desapercibidas por su alto contenido humano y humanizador. Este es el caso del Día del voluntariado que se celebra cada 5 de diciembre y que trata de sensibilizar sobre valores tan fundamentales para la convivencia humana como la solidaridad, la compasión y la justicia social.

Estas fechas, que originariamente se plantean con la finalidad de concienciar y llamar la atención, pueden representar también una gran oportunidad para profundizar sobre la problemática del tema. De ahí quela celebración del día del voluntariado, no sólo sirva para poner en valor la labor del voluntario, sino también para mostrar la fuerza y la vigencia de la solidaridad en un mundo donde prima el “sálvese quien pueda”.

La experiencia del voluntariado, que nace como respuesta urgente a problemas humanos que no pueden esperar y que por supuesto no son sólo de hoy, ha cobrado un nuevo impulso en nuestro país a raíz de la crisis económica que nos ha empobrecido. Pero esta experiencia, en la actualidad, ha de someterse a crítica desde la perspectiva de una crisis sistémica que no es sólo económica sino que también afecta a otros importantes ámbitos de nuestra vida política, económica, social, cultural… Esta situación plantea nuevos interrogantes y nuevos retos al Tercer Sector y a sus organizaciones.

El  más importante, por ambicioso, estaría en buscar senderos para poder transitar de una experiencia de voluntariado contemplada como fenómeno social para potenciarla  como cultura. Aranguren Gonzalo (2011) hace un buen planteamiento del tema. El fenómeno del voluntariado, que en estos tiempos de bastantes necesidades “vende bien” y que fácilmente puede convertirse en moda o entretenimiento (oenegismo), suele ser compañero de viaje de un sistema socioeconómico y político que no se pregunta ni se interesa por las causas estructurales de la marginación. Repensar el voluntariado como cultura implica situarlo en un proceso de acción transformadora que tenga como meta el cambio de estructuras y la integración de las personas. Esto supone un giro copernicano para el sector que ha de afectar a toda su dimensión organizativa: la formación, la evaluación, el modo de gestión, sus estrategias…

Este gran desafío, como cualquier otro proceso transformador, necesita tiempo; pero también voluntad, creatividad y líderes para abrir caminos.