ADIOS A LA PUERTA DEL SOL - José-Tomás Cruz Varela (17 de abril de 2018)
Los políticos, afortunadamente no todos, poseen la falsa creencia de que el poder lo soluciona todo, y en ocasiones, hasta el atribuirse títulos académicos y oropeles que no les corresponden. Tentación en la que aparentemente también cayó la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, atribuyéndose un master que no realizó ni maldita la necesidad que tenía del mismo, a golpe de firmas apócrifas, falsificaciones, cátedros siniestros, etc. Lo que muy posiblemente le suponga el tener que abandonar la Puerta del Sol. Marrón que ha heredado el mamalón de don Mariano Rajoy que ante lo complejo del caso, con sus secuelas y peculiaridades, resultará sumamente difícil el proporcionarle una salida airosa y ser premiada con un carguito de esos que triplican el sueldo.
A pesar de los apoyos orales recibidos en el siniestro circo sevillano, con besos y abrazos para aburrir a las centollas, lo más probable es que la señora Cifuentes no supere el trance a pesar de su particular y turbia defensa numantina. El tema es duro y mucho mas lo que está en juego. Una simple moción de censura promovida por el PSOE y apoyada por Ciudadanos y adiós al Gobierno de Madrid, con todas sus consecuencias… Como dijo el predicador, “vanidad de vanidades, todo vanidad y… ¿que provecho tiene el hombre, etc. etc.”. Otra variante más para engordar el amplio tratado sobre corruptelas que está amargando la existencia a otros políticos cuyas conciencias no está precisamente muy tranquilas por encontrarse con sus C.V. en situaciones similares… Una vez más los españoles asistimos avergonzados e indignados por la insaciable ambición de nuestros “servidores” públicos.
Años atrás, con un “pollimaster” y la carrerita, mal que bien, se encontraba algún chollo para instalarse en la llamada clase media. Ahora, cualquier nonada de titulín, está costando una pasta y sin master no te comes una rosca. Problema que los políticos tienen perfectamente solucionado, incluso sin superar las tediosas clases y en algunos casos a golpe de convalidaciones y mil filigranas. Cabría preguntarse ¿que nos queda en esta sociedad que no esté mancillado por la corrupción?
Lo jodido del caso es que por culpa de un capricho de Cifuentes y su afán de colgarse medallas que no le corresponden, toda la pléyade de muchachotes a los que sus papás les estaban gestionando un fantástico posgrado por la cara se lo van a tener que currar. Y ahora, justo cuando ya todo estaba medio enjaretado, aparece la presidenta y todo se va al carajo. Con su manía de pretender justificarlo todo y criticando a los que se han permitido mancillar su honorabilidad la ha liado parda, y encima comprometiendo a sus mentores justo en los momentos más críticos y con elecciones a la vuelta de la esquina en el 2019 o antes… ¡¡Tiempo al tiempo!!
Atentamente.