PERDÓN - Miguel Ángel Aranda González (22 de junio de 2020)
Perdí ya la cuenta de los días que hace que cambiamos de tipo vida, sólo uno de la “nueva normalidad”, y que ha transformado a la sociedad en otra más solidaria, responsable y empática, que eleva al currito a héroe; aunque lo lógico sería decir heroína.
Y abro el periódico, virtual claro, porque el papel contamina y está contaminado, y miro la tele y las redes sociales, las cosas que me mandan, porque aún reniego de estos inventos demoniacos, y abro los “wass”, porque ya he dicho esto no contamina e íbamos, ahora sí, a salvar al planeta, y sigo viendo lo mismo de siempre.
A unos jóvenes irresponsables que hacen botellones y fiestas, a los ancianos yendo a comprar sin mascarilla, porque ya se la suda todo, a los padres con los niños juntándose entre ellos, sin distancia ni leches, los perros saliendo y oliéndose el culo, con el riesgo que esto conlleva, a los deportistas, a su bola, sin respetar ni distancia ni leches...
Y es curioso esto del cambio, a quien se sigue viendo criticando y denunciando efusivamente a esta panda de asesinos que nos están tiroteando con sus virus que nos echan encima, es a nosotros mismos ¡Claro! ¡Ahora caigo! Nuestro típico marujeo... Pues no ha cambiado tanto la cosa, no.
Continúo revisando noticias y comentarios en busca de alguna señal que me indique algún atisbo de cambio, y pienso ¡Coño! , perdonad mi lenguaje soez y sexista, a lo que iba ¡Pollas!, si estamos tan alarmados con la alarma del bicho éste, seguro que en el país con más casos de muerte en el trabajo de Europa las empresas tienen que ser un caos en Epis, distancia social, protocolos de salud laboral, un hervidero covididiano.
Y, como todos sabemos, porque casi todos tenemos ya la carrera de medicina, que esta cosa permanece en los sitios cerrados con sus gotas y gotículas, las redes sociales, los periódicos virtuales, los “wass”, los televisores tienen que estar inundados de comentarios, de denuncias, de imágenes de empresas incumplidoras, de gente indignada “Porque yo en estas condiciones no voy a trabajar, que luego al que atacan los bichos es a mí y yo voy y se lo pego a mi compañero de trabajo y el otro al de al lado y luego llego a casa y lo transmito a mis hijos, a mi pareja y mi pareja a sus compañeros de trabajo y ellos a sus hijos, a los abuelos ¡Pobrecitos los ancianitos!...”
Y sí, por fin he visto ese cambio tan anunciado. No he encontrado nada referente a empresas privadas que incumplan la normativa en salud laboral en España (Salvo las terrazas de los bares, a los que las fuerzas de seguridad han amonestado, caña en mano, cero cero, por supuesto, mientras repasaban el millón de multas que nos han impuesto en la calle), a nadie saliendo exaltado “En mi empresa son unos irresponsables”.
Las empresas, los grandes empresarios de la construcción, las grandes cadenas de distribución, los almacenes de logística, en la restauración, empresas del metal, en los súper, es todo “happy flower”, a ver si de tanto decirlo desaparece esta expresión ¡Cojones!¡Ovarios! La sociedad, en general, seguimos desgraciadamente igual, pero el gran capital, los grandes empresarios, ésos sí han hecho sus deberes, ellos sí han cambiado. Deberíamos avergonzarnos y pedirlos perdón.