SOY UN DROGADICTO (LEGAL) DEL VINO - Antonio Gómez Olmos (18 de diciembre de 2020)
El lunes 14 de diciembre, en el telediario de las 15:00 horas de TVE, se emitió un reportaje sobre los hábitos de consumo de alcohol y otras drogas en España en el que se afirmaba que “el vino es la droga legal más consumida en España”. Ahí lo llevas.
De forma expresa, la legislación española considera el vino como un alimento, que forma parte de la saludable Dieta Mediterránea, considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) una de las dietas más saludables.
Además, el vino es riqueza paisajística, arte, cultura, patrimonio, arquitectura, turismo, tradición, costumbre, esfuerzo y medio de vida de agricultores y progreso para numerosos pueblos y zonas, muchas de ellas amenazadas por la despoblación. Siempre consumido de forma moderada y responsable, como tantas otras cosas, tangibles e intangibles, porque los excesos se pagan, en todos los aspectos de la vida.
La promoción del consumo del vino se apoya con fondos europeos, nacionales, regionales, provinciales y hasta locales, además de por numerosas entidades y organizaciones, ¿Se están destinando fondos públicos a potenciar el consumo de una droga, por muy legal que digan que sea?
Quien no haya regalado una botella de vino; no la haya llevado a una reunión familiar o de amigos; no haya saboreado un vino al atardecer; hablado de cine, literatura, filosofía o de la vida tomando un vino o quien no se haya declarado copa en mano no sabe lo que se ha perdido, desde luego, una droga legal no.
En esta época extraña y confusa en la que vivimos se llama droga legal a la bebida más histórica que existe mientras se hace la vista gorda a los macrobotellones, donde miles de jóvenes y no tan jóvenes consumen alcoholes de todo tipo y a mansalva en vasos de plástico, práctica social con la que solo la pandemia ha podido, de momento.
Es tinto, blanco, rosado o con burbujas; evocador, soñador y conciliador; galante, sensible, goloso; culto, histórico, romántico… quien lo probó lo sabe. Y que Lope de Vega me perdone por el parafraseo.
Antonio Gómez Olmos. Periodista agroalimentario